¿Qué nos puede enseñar la crisis energética de los 70s sobre la inminente recesión global? Por: Mauricio Perea
Los paralelos entre la crisis energética de 1973 y la actual (2022) son múltiples y fascinantes. La invasión rusa a Ucrania y las subsecuentes sanciones mutuas entre Rusia y el bloque de Estados Unidos y Europa han creado una fuerte crisis energética que ha agravado las ya existentes disrupciones creadas por la pandemia del COVID-19.
Es así como, en los 70, se dio una situación bastante similar. Las constantes tensiones entre árabes e israelíes en el medio oriente llevaron a la Guerra de Yom Kippur de 1973, cuando Egipto y Siria atacaron a Israel. Con lo cual, el presidente estadounidense Richard Nixon inició un esfuerzo para reabastecer de armamento a Israel. En respuesta, los miembros de la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (OAPEC) redujeron su producción de petróleo y proclamaron un embargo petrolero a Estados Unidos y Europa Occidental.
El embargo y las limitaciones a la producción de petróleo provocaron una crisis energética internacional. Tras décadas de abundante oferta y creciente consumo, los estadounidenses se enfrentaban ahora a subidas de precios y escasez de combustible. Las subidas de precios provocaron una crisis energética de proporciones aún mayores en Europa.
En 2022 y 2023, el panorama económico a nivel global refleja una situación similar: inflación y desaceleración/recesión económica generada en gran medida por la incertidumbre geopolítica y los aumentos en los precios de la energía. A esta situación de alta inflación y estancamiento económico se le conoce como estanflación, término que fue acuñado en respuesta a los efectos de la crisis energética de comienzos de los 70.
Ahora bien, ¿qué lecciones podemos obtener de la lucha contra la estanflación de los 70? Primero, que la inflación solo puede ser domada mediante subidas fuertes en la tasa de interés que desestimulan el consumo y la inversión. Este tipo de políticas normalmente generan marcados retrocesos económicos. En 1982, Estados Unidos experimentó una recesión a causa de estas medidas, sin embargo, para 1983 la inflación fue controlada luego de una década con alta inflación. Esta nueva baja inflación sentó las bases para un gran boom económico. Por lo cual, no utilizar esta herramienta adecuadamente puede, al igual que en los 70, suponer una década de alta inflación y poco crecimiento económico.
Segundo, Europa entrará en una profunda crisis económica e industrial. Del mismo modo que Estados Unidos en los 70, hoy Europa depende energéticamente de países geopolíticamente opuestos, en especial Rusia. Por lo tanto, al igual que la industria automotriz de los Estados Unidos en los 70, que empezó a perder cuota de mercado contra los japoneses a causa de la crisis energética, el corazón Industrial de Europa (Alemania) en esta década verá empeorar rápidamente sus ventajas competitivas al tener que utilizar energía más cara. Por lo tanto, nunca es una buena decisión someter la soberanía energética a los caprichos y políticas de países no afines o abiertamente hostiles.
Tercero y último, el futuro crecimiento económico global depende de lograr repetir la receta que sacó a Estados Unidos y a Europa de la estanflación a principios de los 80: baja inflación, transición tecnológica y estabilidad geopolítica. De esta receta la mayor incertidumbre proviene del último ingrediente. A diferencia de la decadente Unión Soviética de finales de los 70 y de los 80, hoy hay retos geopolíticos emergentes para Occidente. La gran amenaza a la estabilidad geopolítica en el mediano plazo se asoma en el oriente al mando del Partido Comunista Chino, la República Popular de China.
La capacidad de la economía global de salir de los turbulentos años de estanflación que se avecinan depende de la relación entre el hasta ahora hegemónico Estados Unidos y el creciente contendor chino que busca reformar a su favor la balanza de poder. Una invasión china a Taiwán generaría efectos mucho peores a los vistos hasta ahora con la invasión rusa, sería un desastre económico que solo podría asemejarse a la gran depresión.
La interdependencia no tiene precedente, Estados Unidos y China tienen la mayor relación comercial vista en la historia. El problema: China ha puesto fecha límite a la anexión pacífica o militar de Taiwán para 2049, el cumpleaños número 100 de la victoria comunista en China, ante esto, Estados Unidos y Japón han dicho que defenderán la isla en caso de invasión. Lo único que puede prevenir este conflicto es una convincente estrategia de disuasión de Estados Unidos y sus aliados europeos y asiáticos. Cabe recordar la inscripción en el arsenal de Venecia: “Feliz es aquella ciudad que en tiempos de paz piensa en la guerra".
Ya no te tendrá que preocupar la crisis de este 2023 ni la de ningún otro año 😑 R.I.P.