Un lado positivo. Por: Laura Valencia

Laura valencia

Tras cuatro años de mal liderazgo y malas decisiones, el presidente Duque tiene dos aciertos fundamentales que no se pueden negar. Ambos se relacionan con la migración venezolana que hemos evidenciado en estos últimos años. Primero, se puede destacar el Estatuto de Protección Temporal para los migrantes. Esta iniciativa les brinda a los venezolanos tener durante diez años la posibilidad de aplicar a la visa colombiana mientras radican todos sus documentos y tienen derecho a los beneficios sociales del Estado colombiano. El decreto fue reconocido internacionalmente, Duque recibió una ronda de aplausos que poco ocurrió en su gobierno. El segundo aspecto, el cual forma un lado positivo de este gobierno, es la radicación de un proyecto para darle a los niños y niñas venezolanas la nacionalidad colombiana. Ambas cosas son una respuesta al fenómeno de la migración venezolana en Colombia, era necesario que se formularan estos proyectos para atender el problema y no solo quejarse por su existencia.

El último proyecto enfocado a los niños y niñas venezolanas es un gran acierto por parte de Duque. Esta población siempre es una de las más vulneradas y de las que más sufren las consecuencias cuando hay un problema al interior de un país. A diferencia de una persona adulta, un adolescente depende de los mayores para poder tener una solución al problema que afronta. Un niño o una niña no puede decidir por su cuenta huir del país donde está o buscar oportunidades laborales para salir adelante. Acá viene la otra parte lamentable, los adultos que se supone que son los de mayor criterio, muchas veces se aprovechan de la inocencia y el amor incondicional de un pequeño para obtener beneficios personales. La lealtad de un joven es proporcional a la lealtad de un perro, no abandonan al adulto responsable así reciban malos tratos o estén en las peores condiciones de vida.

En el caso de los venezolanos, es fundamental que se busque una manera de garantizarle a esta población unos derechos y oportunidades de poder desarrollarse como una persona con sueños y aspiraciones. El proyecto radicado por el mandatario busca beneficiar a los 1.200 niños y niñas venezolanas que han sido abandonados y no cuentan con una nacionalidad colombiana, por ende, están a las manos del Instituto de Bienestar Familiar. Al final, se pretende brindarle a este grupo social oportunidades de conseguir hogares sustitutos especiales para migrantes y acceso a los derechos y garantías que se estipulan en la Constitución colombiana. Con este tipo de iniciativas se buscan oportunidades que pueden surgir de una problemática, porque cualquier inconveniente también es un espacio para crear y progresar. Estos niños y niñas pueden ahora tener al menos la oportunidad de gozar de unos derechos fundamentales y criarse con base a unos sueños y aspiraciones.

Ahora, que esta realidad sea posible depende de que el proyecto sea aprobado. Tristemente, muchas buenas ideas en nuestro país se quedan estancadas en nuestro Congreso que es igual de ineficaz a los estados de seguridad declarados por Duque. Si el Congreso aprueba este aspecto positivo para los y las jóvenes venezolanas, el Gobierno se comprometió a llevar las acciones a cabo en un tiempo de 12 meses. Es un gran reto poder dar la nacionalidad y hogares a los más de mil jóvenes migrantes, pero es una tarea necesaria para que el fenómeno de la migración empiece a tener soluciones y oportunidades. Quejarse no sirve de nada en estos momentos, hay que enfocarse en cómo trabajar con la situación actual del país y pensar qué estrategias se pueden implementar para seguir progresando como nación y como humanidad. Hace un tiempo los colombianos fuimos los que llegamos a otros países en búsqueda de derechos y formas de salir adelante. Así como encontramos una salida en diferentes países, más que todo Venezuela, ahora es nuestro turno de tener sensibilidad humana y mostrar apoyo.

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