Teorema del votante mediano: para los indecisos. Por: Daniel Felipe Escobar

Daniel Escobar

Una frase con la que muchos colombianos nos identificamos en cualquier contienda electoral es esta: “todavía no sé por quién votar”. De hecho, cuando uno está en esa posición, lo primero que se le viene a la mente es que la elección de un candidato puede que no corresponda directamente a sus propuestas o a su posición política, sino a qué tanta afinidad tiene en relación con mis principios, intereses e inclinaciones generales. Lo anterior es la ejemplificación de un postulado que explica la Public Choice Theory para entender las elecciones racionales del individuo entre un conjunto de elementos del cual tendrá que escoger de acuerdo con lo que su sistema de preferencias determine.

Ese es precisamente el orden natural sobre el que las instituciones de la sociedad civil como el mercado o la democracia se fundamentan, o bueno, al menos un mercado que no esté mayoritariamente regulado o intervenido y una democracia en donde el ciudadano es coherente con los principios de dicho mecanismo participativo y asume una responsabilidad con el fin de fortalecer el ejercicio electivo. 

Sin embargo, la democracia suele tener un problema de facto y es que, en principio, cuando elegimos a los senadores y a la cámara de representantes – en el caso del modelo colombiano de organización política – tenemos una oferta amplia de posibilidades para encontrar un candidato con el que nos identificamos y así inteligiblemente, decidimos darle nuestro voto en muestra de apoyo a sus propuestas y los principios con las que las ejecutará. Ese es un ejercicio bastante enriquecedor y ha funcionado bien hasta el momento.

Pero cuando tenemos que escoger a un alcalde, gobernador y en el caso actual a un presidente, la oferta de candidatos termina por contraerse y resulta más difícil encontrar a un aspirante con el que tengamos una amplia afinidad, porque si bien, puede que se acerque a lo que mi sistema de preferencias desea, en muchos casos no satisface totalmente esa elección. Desde aquí ya comienza a haber un problema que alimenta la indecisión y precisamente esa posición de la que hablé en el principio de este texto: “todavía no sé por quién votar”. 

De todas formas, no hay de que preocuparse ya que la posición de indeterminación electoral es muy natural cuando nos encontramos ante una elección que presenta cada vez menos candidatos e intentaré explicar por qué. En teoría económico-política hay un modelo llamado “Teorema del Votante Mediano”, el cual parte del principio de que "un sistema de elección basado en la votación mayoritaria escogerá el resultado más preferido por el votante mediano". El teorema argumenta que las preferencias del elector son unimodales, lo que significa que los votantes escogen las alternativas más cercanas o con las que más se identifican a el que fuese su resultado preferido, es decir, el votante mediano tiene el poder de definir cualquier elección de mayorías.

Pues bien, se preguntarán, ¿Quién es el votante mediano?: es el individuo indeciso (n) que debe tomar una decisión entre dos disyuntivas políticas, posición que automáticamente lo ubica en el medio del espectro electoral (N), donde en un extremo está X y al otro extremo Z. Este teorema sirve para explicar que la posición de indecisión electoral es una variable determinante en las contiendas electorales y expone las razones por las que los candidatos presidenciales, en este caso, deben ser quienes traten de acercase al votante mediano (N= X > n < Z) y no al revés, como parecería lógico de una elección individual y racional no condicionada que busque ubicarse en un extremo o en este caso, a favor de un candidato presidencial.

El teorema expone por qué los políticos tienden a adoptar programas y retóricas de campaña similares, buscando adaptar sus propuestas a las preferencias del votante medio. Finalmente, el teorema resuelve por qué las propuestas más radicales rara vez resultan elegidas, concentrándose la mayoría de los votos en las alternativas más moderadas y prudentes que le convengan a la sociedad que va a sufragar. Esto puede sonar familiar últimamente, ¿no?

La disputa de la población electoral mediana es interesante porque los candidatos Gustavo Petro y Rodolfo Hernández tendrán que pasar de ubicarse en los extremos del espectro político a moderar su posición y buscar acercarse lo más posible a esa mediana, es decir, acercarse al indeciso a través de propuestas, posturas, ideas, pensamientos y opiniones. De hecho, ese proceso de moderar sus posturas ya lo han venido haciendo durante estas dos semanas y daré algunos ejemplos para cada caso.

Al principio de la carrera electoral, el candidato Rodolfo Hernández apoyaba la exploración de petróleo a través de métodos como el ‘Fracking’, luego su postura cambió rotundamente e indicó que ya no lo apoyaba. Lo mismo pasó con el uso del glifosato para erradicar cultivos ilícitos, antes decía que había que ver los costos, pero ahora sentó su posición de que no está dentro de sus intenciones gubernamentales. Ahora propone dar drogas gratis a los adictos para combatir el narcotráfico, postura que nunca había mostrado en ninguna propuesta o debate.

Por otra parte, el candidato Gustavo Petro inició su campaña electoral con un rotundo mensaje de combatir a las élites y clanes políticos de Colombia. Su estrategia sirvió para atraer un número considerable de electores, pero en el tramo final de la campaña decidió aceptar el apoyo de caciques políticos y figuras públicas imputadas por corrupción, estafa y parapolítica a través del ‘perdón social’. Hechos que han sido critica de una minoría electoral que ha rechazado los medios fraudulentos con los que la política colombiana ha tenido que lidiar en su historia reciente, que de hecho el mismo Gustavo Petro como congresista ha sacado a la luz y ha denunciado.

Como ven, la simplicidad del teorema del votante mediano es capaz de explicar varios hechos recientes de la carrera presidencial en Colombia. Seguramente, el resultado del 19 de junio responda a la intuición de que “aquel candidato que elija una política con más afinidad a la que prefiere el votante mediano, se llevará la mayoría de los votos”, pues más de la mitad de los votantes encontrarán esa política más cercana a sus intereses y la apoyarán. Aquí cabe recordar que ellos dos tienen la necesidad inminente de buscar el apoyo del votante mediano, atraernos y seducirnos para que le demos nuestro voto en segunda vuelta.

Lo que tenemos que hacer nosotros, los electores, es entender cómo toman los políticos sus decisiones, saber qué tan creíble es lo que proponen y cómo debemos diseñar los mecanismos para balancear el interés estratégico de los candidatos. La recomendación mía es simple: ir al plan de gobierno oficial de cada candidato, estudiarlo con cuidado y luego escuchar lo que dicen los candidatos de esas propuestas. Finalmente, se debe comprobar que lo que dice en el plan de gobierno concuerda con lo que dice el candidato cuando se dirige a la opinión pública y no es una estrategia para atraer al votante mediano a través de mentiras, falacias o engaños como se ha visto de seguido en esta segunda vuelta presidencial.

Si usted está indeciso, aún le queda tiempo para escoger su candidato. El voto en blanco es una opción, pero la abstención no puede ser el resultado de la indecisión porque la acción política comienza aquí y ahora.

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