Sobre The Sound of Freedom. Por: Juan Pablo Prieto Rodríguez
God’s children are not for sale, premisa básica de The Sound of Freedom (TSOF), la más reciente película de Angel Studios. Esta ácida pieza escrita por Alejandro Gómez, producida por Eduardo Verastegui y protagonizada por Jim Caviezel, nos sacude y pone sobre la mesa una cruda realidad de la cual poco se habla: el tráfico y esclavitud de niños. Fue estrenada en Estados Unidos el pasado 4 de julio y ha generado toda clase de repercusiones, pasando por elogios, pero también por críticas a su promoción y financiación proveniente de movimientos conservadores.
Sin entrar en mayor detalle, la película, que se basa en hechos reales, tiene como protagonista a un agente del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU., llamado Tim Ballard, quien durante 12 años se dedicó principalmente a investigar delitos asociados al tráfico de menores. La historia se desarrolla en torno a un caso que, desafortunadamente, tuvo lugar en Colombia. Así, Ballard emprende una misión para resolverlo y acabar con una red dedicada, literalmente, a comercializar niños.
Desde el turbio documental de Netflix sobre Jeffrey Epstein y su isla de menores no recordaba una producción a tal escala. A pesar de que esta no emplea escenas del todo explícitas, sí aborda momentos sensibles que, añadidos a la puesta en escena de un caso de la vida real, permiten presentar un argumento palpable, disiente y que conecta con el público. Otro aspecto a destacar es el papel de Jim Caviezel, conocido por interpretar a Jesús en La Pasión de Cristo de Mel Gibson. El estadounidense asumió un reto que varios actores rechazaron, logrando una buena interpretación de Ballard, la cual pudo transmitir la esencia del personaje.
Seguramente hay más contenido que trate este tema, no obstante, estoy convencido de que nada se le asemeja en términos de repercusión, tanto económica como mediática. Estamos hablando de la película independiente más taquillera desde la pandemia, que con un presupuesto de 14 MUSD$ ha recaudado cerca de 160 MUSD$ iniciando agosto y que, por ejemplo, pasó por encima de Indiana Jones de Disney (estrenada el mismo día). En todo caso, como fue planteado inicialmente, cuenta con detractores, pues se ha afirmado que el proyecto ha sido impulsado por personas vinculadas a ideas como QAnon y de extrema derecha.
TSOF tiene otra particularidad, puesto que, a pesar de que fue filmada en 2018 se presentaron ciertas trabas que retrasaron su distribución y lanzamiento. Inicialmente, la película pertenecía a 20th Century Fox, pero tras la adquisición de esta última por Disney el proyecto fue archivado. El productor Verastegui realizó arduas gestiones contractuales y comerciales para adquirir los derechos que tenía Disney y reanudó el trabajo. Según relata, tuvo que tocar las puertas de grandes plataformas para encaminar la iniciativa, sin recibir respuestas satisfactorias. A pesar de ello, luego de tres años apareció Angel Studios, una plataforma cristiana que impulsó el lanzamiento a partir de crowdfunding.
Más allá de la forma en que fue producida y/o promovida, no se puede perder el foco sobre lo que realmente importa: el tema que abarca. Según diversas fuentes, en la actualidad hay aproximadamente seis millones de niños forzados a la esclavitud sexual y al tráfico de órganos. Se trata de una práctica que ha permeado la sociedad y que refleja la perversión y corrompimiento absoluto de algunos seres humanos, que disfrutan ejerciendo el acto más violento contra la integridad de los más frágiles y desprotegidos. Y lo peor de todo, hay quienes se lucran sustancialmente al orquestar las redes globales dedicadas a semejante inmundicia.
Me llamó la atención mi desconocimiento sobre la magnitud del problema y el que este no suela tratarse en la agenda nacional ni en la internacional; en buena hora llega este llamado de atención a la sociedad. Es necesario robustecer las redes de protección a los niños y visibilizar los casos de tráfico sexual y de esclavos, ya que pueden estar sucediendo en nuestro entorno más próximo sin que tengamos idea alguna. No puedo dejar pasar un dato de la película, el cual, si bien podría parecer obvio dados los cambios demográficos, no deja de ser llamativo: estamos en la época de la historia con más esclavos, inclusive superando tiempos en que la esclavitud era legal.
Definitivamente la recomiendo y los invito a verla. En Colombia fue estrenada a finales de agosto.