Más allá de la portada: Por Martín Peñalosa

Martín Peñalosa

Aprovechando lo que está ocurriendo en Cuba y la cancelación que le están haciendo los sectores de izquierda en Colombia a Juanes por su advertencia sobre el comunismo, se me hace pertinente escribir sobre el tema. Justo ahora estoy leyendo el libro de Juan Gabriel Vásquez, Volver la vista atrás. El libro narra la vida del director de cine colombiano Sergio Cabrera, cuyo padre fue un miliante del Partido Comunista en Colombia y su familia había sido exiliada por Franco en la Guerra Civil española. Faustro Cabrera, el papá de Sergio, aceptó un trabajo en la China comunista de los años sesenta y se mudó con toda su familia allá, durante la Revolución Cultura de Mao y en tiempos de mucha violencia entre diferentes sectores del propio comunismo. Para no arruinarles el cuento, quisiera no hablar más del libro, sino sobre la impresión que me generó a mi personalmente.

Yo, como muchos otros jóvenes, me sentí atraído a las ideas de izquierda cuando era adolescente. Yo pensaba: ¿los opositores de la izquierda cómo no van a querer una sociedad más igualitaria y justa? Estos pensamientos fueron también impulsados por una profesora que tuve de ciencias sociales en el colegio que era abiertamente fanática de la izquierda y nos contagió con el romanticismo de las Revoluciones Bolchevique, Cubana y Mexicana, y era groupie declarada de Chavez, Correa y Lula. Todo esto duró hasta que entendí cómo funcionaba la economía en un país. Dejé de compartir las ideas de izquierda y me acerqué hacia pensadores de derecha liberal, creyendo fuertemente en el libre mercado, pero sin tener la intención de rechazar a personas que fueran de izquierda o centro izquierda, sabiendo que en algún punto estuve ahí. Todo cambió al leerme el libro de Vásquez y entender lo que es la vida dentro de un país comunista.

La experiencia de Sergio Cabrera en la China comunista, bajo mi entendimiento, fue vivir en una sociedad adoctrinadora, que busca controlar a las personas a través de métodos de odio y miedo. Es un sistema que elimina las libertades de todo tipo: económicas, sociales, ideológicas y políticas. Es intrínsecamente autoritario y acaba con la innovación y desarrollo de las sociedades. Conociendo todo esto, se me hace inconcebible que personas, reconociendo estos hechos innegables, sigan apoyando este sistema fallido.

Es importante que la gente mire más allá de la portada que retrata la izquierda, y la recomendación va  también para personas que están solo un paso más a la derecha de la izquierda radical, pero que igual se codean con esas ideas. El rechazo hacia el comunismo no está basado sobre la intención que tiene de volver a las sociedades más igualitarias, sino porqué está probado que es el camino incorrecto para hacerlo. Yo lo veo como un proyecto de colegio: el comunismo es la solución propuesta por el estudiante que quiere el camino rápido y lo quiere sacar a las patadas, mientras que el capitalismo, que es un proceso mucho más largo y complicado, que ha demostrado lograr resultados en todos los sectores, es optado por los estudiantes más responsables.

Se me hace una falta de respeto con el pueblo cubano estar defendiendo ese régimen del terror cubano desde la comodidad de su casa en Chapinero, escribiendo desde su MacBook y esperando su pedido de Rappi, mientras acumula millas para viajar en agosto con su pareja a Miami o Cartagena. Esa postura es completamente apática e injusta con los cubanos, y ciudadanos de dictaduras de izquierda, que han estado bajo el yugo de dictadores por decenas de años, y son obligados a vivir en sociedades en las que no pueden aspirar a mejores vidas. Los mismos que cancelan a Juanes, son los que hace mes y medio estaban diciendo que Colombia es una dictadura y publicaban en sus redes la bandera de Armenia, con el hashtag: #SOSCOLOMBIA. Son los mismos que critican la sociedad racista y homofóbica en Colombia, pero tienen su camiseta del Che que usan en sus paseos de fin de semana a Girardot, mientras escuchan Ska-p en sus parlantes Bosé. Esto es una invitación a la congruencia y en mirar más allá de la falsa dicotomía entre comunismo y capitalismo: el debate es mucho más complejo que el que nos plantearon en bachillerato nuestros profesores de sociales.

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