Las leyes se nos quedan cortas. Por: Laura Valencia
La polémica que ha generado la posibilidad de indultar a 200 jóvenes de la Primera Línea continua así no se hayan aprobado los dos artículos de la propuesta en “Paz total”. Este concepto tan complicado y amplio busca poner fin al conflicto colombiano desde los diálogos y amnistías. Sin embargo, el hecho de que se incluya a la protesta social dentro del debate de perdonar actos violentos le quita la base pacífica a la manifestación social. Se supone que la protesta social debe caracterizarse por el reclamo de la sociedad de manera pacífica y ser una oposición a la violencia estructural del Estado. Si los y las colombianas seguimos respondiendo bajo la violencia cultural y estructural que está detrás de la física, ninguna “Paz total” será suficiente para acabar el conflicto colombiano.
Muchas personas no son conscientes de la violencia estructural que se suele esconder debajo de la física. Incluso, muchas veces es ese tipo de violencia la que incita a que las cosas se lleven al campo físico, donde se suele generar más daño. La cultura colombiana ha tenido arraigada la violencia estructural del Estado y de las instituciones a través de la historia. No obstante, los mismos ciudadanos son los que pueden deconstruirse y poner en duda esa voz interna que, de buenas a primeras, dice que debemos tirar una piedra si una persona lanza primero. El reto de la violencia estructural es que al ser tan cercana a los comportamientos culturales, suele ser muy sutil y pasa por desapercibida casi siempre. Nadie nunca la cuestiona porque nadie cae en cuenta de que tirar esa primera piedra está mal, ya son comportamientos banales. Por ende, por más propuestas que se hagan sobre buscar la “Paz total” en el territorio nacional, la cultura y el lenguaje deben aislarse de la violencia del conflicto armado.
La segunda parte de la idea del indulto que falla es que ambos lados polarizados del país exigen que la justicia y responsabilidad caiga sobre un lado (el bando que defienden). El peso de la ley debe actuar sobre cualquier persona que haya traspasado la línea de lo que está permitido bajo la idea del respeto por otro ser humano o por los espacios públicos que compartimos. Así la persona que cruce las líneas de lo que consideramos correcto porte un uniforme o no, ningún ciudadano debería ser indultado si utilizó la violencia como medio. Por más de que los manifestantes tengan motivos, bajo la idea de la violencia estructural que viven de manera directa y que muchos pasan por desapercibida o no la sienten, no se justifica el uso de la violencia para marchar bajo la premisa de querer combatir otra violencia. Si una persona arroja una piedra y la otra utiliza la misma para defenderse, entonces, simplemente se está replicando un uso de fuerza desmedida que no cambia ningún comportamiento.
Es irónico que la ley de la “Paz total” busque incluir a los hechos violentos que ocurren durante una manifestación social. La base de esto debería ser la búsqueda de la reivindicación de los derechos por medio de una expresión pacífica de las inconformidades de la sociedad. Acá es cuando se debería aplicar la idea de no ponerse al nivel del que está actuando mal. Si la situación actual es que el Estado colombiano ejerce violencias estructurales y simbólicas hacia la sociedad, lo ideal sería que los manifestantes actúen por encima del nivel de las instituciones. Si los manifestantes de la Primera Línea se ponen al mismo nivel al del Estado, realmente, están perdiendo el fundamento de su argumento a favor de salir a protestar y exigir cambios. Lo primordial debería ser cambiar la idea que se tiene de protesta y resignificarla hacia una oportunidad de dar un ejemplo de comportamiento bajo el respeto. Debería ser un espacio para demostrar las inconformidades hacia el funcionamiento de las instituciones, pero no deber ser un espacio para destruir y atacar a la ciudad o las personas.
Por ahora, no parece haber ley alguna que pueda traer una “Paz total” a Colombia. Los cambios culturales y del lenguaje son los más demorados, tristemente, estamos muy quedados en ese progreso. Tanto el Gobierno actual como la oposición reciben beneficios si está iniciativa se hubiera aprobado o no. Por el lado de Petro, recordemos que gran parte de sus votos vienen de una base popular y hacer este indulto le habla más que todo a este grupo de la sociedad. Por otro lado, la oposición se alimenta de retóricas sobre lo flexible que estaría siendo el Estado al perdonar hechos de violencia que no deben ser tolerados. Por ende, no hay propuesta alguna que pueda ayudar a combatir la polarización que nubla al país (mucha de esa alimentada por las violencias estructurales y simbólicas) y que nos lleve a una cultura de paz. A nosotros siempre nos ha faltado tener una visión más macro de los problemas nacionales, porque ya hemos visto que con leyes las ideas solo quedan en papel. Nos estamos quedando cortos con las soluciones.