La política y las campañas oscuras. Por: Jesús Mora Diaz
Cada campaña política presenta un sinnúmero de particularidades o características que la convierten en algo endémico en la temporalidad y esta diferenciación puede estar dada por la coyuntura política del momento, factores socioeconómico e inclusive, me atrevería hablar de un determinismo geopolítico, pues es clara la diferenciación que existe en el desarrollo, despliegue logístico, propagandístico y representación de una gesta democrática entre un municipio de la costa norte a comparación de esta misma actividad en Bogotá o cualquier otra población del interior.
Es claro el nivel de singularidad que maneja cada campaña política, pero quizás exista un común denominador en medio de estas fiestas electorales, es algo de lo cual muy pocos hablan a plenitud en la academia del marketing político, pero está latente en cualquier escenario de elección, me refiero a la propaganda negra o campaña oscura.
La campaña oscura no es más que la estrategia de creación, difusión y masificación de injurias o calumnias contra un candidato, buscando con esto claramente incidir sobre la intención del voto y más aún, en aquellos electores que se puedan encontrar con indecisión.
Si existe algo que los seres humanos consumimos a diario y quizás más que el pan, eso sin duda sería el chisme, el chisme está impregnado en cualquier segmento de nuestra sociedad y no tiene distinción alguna por raza, credo, nivel educativo o económico. Estando tan ampliamente difundido sobre la población, se convierte entonces en el arma por excelencia para atacar al opositor.
Pero como todas las armas, esta debe ser usada con cautela y precisión, pues de lo contrario tendría un efecto negativo sobre la campaña base que efectúa el lanzamiento de este proyectil desinformativo. Un candidato debe procurar figurar o mostrar una imagen prístina, poseedor de valores y una vida tipificada bajo la familiaridad, si se logra identificar que el candidato A lanza señalamientos contra el candidato B y dichos postulados no reposan bajo la sombra de la verdad, el B se victimiza, crea un ambiente de reproche y desprecio sobre el A.
Después de la utilización y explotación al máximo de las redes sociales en la campaña de Obama a la presidencia en 2008, el marketing político se reinventó e internet tuvo mayor relevancia para los dirigentes políticos. Las redes cambiaron el orden del juego y seria desde ese entonces, el escenario por excelencia para las campañas oscuras, donde se difundirían las “fake new” que no son más que la manifestación fidedigna de una campaña negra.
Con todas estas dinámicas en el espectro político, las cuales brinda una dotación al equipo del candidato, de un poder casi ilimitado en el orden publicitario y mediático, por tal razón es necesario que el elector se blinde contra toda clase de contenido que pueda incidir o tergiversar la concepción del elector sobre un candidato.
Es de carácter meritorio que los votantes tomen una postura que desincentive el uso de las campañas oscuras, la democracia debe crecer sobre un suelo nutrido en ideales, donde coexistan los mismos, sin necesidad de menoscabar ningún postulado o figura representativa de la misma. Las campañas deben construirse sobre las bases de la unidad, principios morales y éticos, sin enajenar el buen nombre del contrincante.