La política sin paz con legalidad de Duque. Por: Laura Valencia
El presidente Duque llama Política de Paz con legalidad a lo que es la implementación del Acuerdo de Paz. Ese acto del mandatario de no llamar una cosa por su nombre, algo tan crucial como la implementación de la paz, ha dejado numerosas víctimas. Desde el año 2020 a la fecha de hoy, según un informe de Indepaz, hay un total de 836 víctimas en las 219 masacres ocurridas. No solo son las masacres, algo que nos está atormentando con más fuerza en estos últimos tiempos, sino todos los actos de violencia que se han retomado en el país.
Las poblaciones más vulnerables y marginadas, líderes y lideresas sociales, excombatientes, campesinos y niños, son los grupos a los que la violencia llega de manera directa. Estas narraciones y cifras desgarradoras, son las que hemos visto durante la historia de nuestro país, pero el Acuerdo de Paz podía significar una oportunidad para buscar o construir una esperanza de respeto, oportunidad y desarrollo. Sin embargo, el repudio del presidente hacia lo pactado no ha dejado avanzar hacia otro lado diferente a la violencia banal de Colombia. Como sociedad, no podemos pasar por alto estos hechos, escuchar estas cosas con frecuencia no puede sesgarnos. Registrar desplazados, homicidios, desapariciones forzadas, masacres o posibles falsos positivos, debería motivarnos a exigirle a nuestros gobernantes que le den una oportunidad a la búsqueda de La Paz.
La precaria implementación del acuerdo por parte de este gobierno ha quedado en evidencia en el espectro internacional. Informes de la ONU, Human Rights Watch, entre otras organizaciones, han criticado el desinterés de Duque por buscar soluciones a las problemáticos sociales que originan nuestros conflictos. Nadie del gobierno se responsabiliza por las cosas que pasan en Colombia, ninguno está equivocado nunca, por el contrario, suelen sacar pecho y aplaudirse por las decisiones que toman. La indiferencia y la falta de capacidad de pedir perdón, tiene cortos de vista a los que están en el poder.
Para poder saber si el Acuerdo de Paz atiende a unos problemas de raíz del país, debe haber un esfuerzo por parte del gobierno de turno por poner en práctica lo que quedó escrito. En un tema tan delicado y que nos afecta a todos y todas, las ideologías que nos dividen deberían quedar en un segundo plano. La Paz y seguridad de las y los colombianos no debe ser algo de derecha o izquierda, debería ser un objetivo común. Se tiene que empezar por algo, por ahora hay un acuerdo que se pactó, ese puede ser un punto de partida, al menos un intento. Mientras Iván Duque siga viajando por el mundo e ignore la realidad del país al que está al mando, nuestros índices de violencia no tienen mucha esperanza de bajar. El mandatario y sus ministros deberían ver formas en las que el Estado vuelva a tener credibilidad, con acciones que tengan impactos positivos. Recuperar la autoridad en los lugares que han estado atravesados por el conflicto y donde los grupos al margen de la ley tienen la autoridad. Un trabajo integral y estructural, Colombia tiene eso en deuda desde hace mucho tiempo.
Para ver los frutos de algo así, hay que ser pacientes. No obstante, se puede empezar a construir el camino más indicado. Cumplir con lo que se estipuló en el Acuerdo y tener gobernantes que vean La Paz como una meta, son decisiones y pasos que se deben empezar a dar. Afortunadamente no le queda mucho a la Política de Paz con legalidad vigente, porque esa iniciativa sólo ha dejado violencia indiscriminada. El siguiente gobierno debe esperar a una sociedad que se una en las exigencias alrededor de la Paz, una que nos incluye a todos y no es una posición. De pronto, si dejamos un poco de lado la polarización que atraviesa el país, se puede construir una realidad distinta. Hay temas donde cabe la opinión y el debate, pero hay otros que son hechos. En este caso, es un hecho que Colombia necesita paz.