Hay esperanza. Por: Juan Pablo Amaya

La participación de la Selección Colombia Sub 20 en el Campeonato Sudamericano que se desarrolló en nuestro país fue, para mí, un motivo de esperanza. No solo por haber logrado la clasificación anticipada para el Mundial de la categoría y a los Juegos Panamericanos, sino porque la imagen que demostró en los partidos fue la de una Selección talentosa, dinámica, compacta y versátil, que se supo acomodar a los rivales sin olvidar la “esencia” del fútbol colombiano: pelota al piso y juego asociativo para ganar partidos.

Para mí fue esperanzadora, teniendo en cuenta la frustración que supuso que la Selección Masculina de mayores no pudiera clasificarse al Mundial de Qatar, por la imagen mostrada, el juego desplegado y la considerable falta de gol. Realmente, pensé que la fiebre por la Selección Colombia había disminuido y la gente estaba empezando a despegarse del equipo nacional, ese que también supo darnos grandes alegrías, que se clasificó a dos Mundiales de manera consecutiva, consiguió dos veces el tercer puesto en Copa América e hizo de Barranquilla un fortín.

Sin embargo, aunque ahora todos hablamos de Puerta, Cortés, Castillo Manyoma, y Mantilla, lo cierto es que hace un mes, la mayoría de estos jugadores eran, para el público general, desconocidos. De hecho, en el estadio era normal escuchar a los asistentes preguntar: ¿Dónde estaban estos muchachos? ¿Por qué muchos de ellos no figuraban en equipos con nombre en Colombia? Lo cierto, es que se trata de jugadores que, probablemente, hasta ahora vayan a firmar su primer contrato profesional o que actualmente estén ejerciendo y jugando en el marco de su primer contrato como profesionales.

En este escenario, los clubes que intervinieron en la formación de los jugadores tendrán que estar muy atentos para solicitar la Indemnización por formación prevista tanto el Reglamento sobre el Estatuto y Transferencia de Jugadores de la FIFA, como el Estatuto del Jugador de la Federación Colombiana de Fútbol (artículo 34). Esta figura, propia del mundo del deporte, se presenta como una compensación económica que se debe al club o clubes que formaron a un jugador, y se causa cuando un jugador firma su primer contrato como profesional y se inscribe en el Sistema COMET antes de la finalización de su cumpleaños número 23.

Para hacer dicho cálculo, se tiene en cuenta desde la primera inscripción del jugador en el Sistema Comet entre la temporada de su cumpleaños 12 y hasta que finalice la temporada de su cumpleaños 21. El club contratante deberá pagar el valor equivalente a seis (6) salarios mínimos legales mensuales vigentes al momento en que se firmó el contrato de trabajo y se realizó la inscripción del jugador como profesional en COMET, por cada año de formación entre las temporadas de su cumpleaños 12 y 15. Para las temporadas de su cumpleaños 16 a 21, el club profesional tendrá que pagar doce (12) salarios mínimos mensuales legales vigentes al momento de la firma del contrato de trabajo e inscripción del jugador como profesional en COMET por cada año de formación del jugador. Sin embargo, tiene que hacerse una salvedad en estos casos: para que un periodo se tenga en cuenta para el cálculo el jugador tuvo que haber estado inscrito en una competición oficial, ya que la normatividad sobre el particular es clara al considerar que en ningún caso se calcularán aquellos periodos de formación en los cuales un jugador no hubiese estado inscrito en una competición oficial.

Igualmente, debe tenerse en cuenta que, tal y como lo dispone el artículo 35 del Estatuto del Jugador de la FCF, si al momento de la suscripción del contrato de trabajo con el club contratante, el jugador ya ha participado en cualquiera de las selecciones Colombia de Fútbol en una competición oficial organizada por CONMEBOL o FIFA, el valor de la indemnización por formación se duplicará. Esta parte del artículo es de suma importancia, y deberá tenerse en cuenta para quienes hacen parte de esta Selección SUB 20.

En definitiva, y al margen del tema de la indemnización por formación, el cual reviste una importancia mayúscula en el sostenimiento de aquellos clubes formadores que ven nacer en el mundo del fútbol a muchos jugadores, se puede decir que hay con qué afrontar los retos que se vienen para el fútbol colombiano de selecciones masculino: Clasificatorias al Mundial de 2026, Copa América de 2024 y por qué no incluir de una vez, al Mundial 2026. El talento está, pero hay que saberlo manejar y rodear, para que se puedan conseguir los objetivos deportivos que los aficionados del fútbol en Colombia queremos lograr.

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