En el tras bambalinas de la unificación: Por Santiago Bonivento

Santiago Bonivento

Hace alrededor de un año y medio, el país conocía de un proyecto cuyo objetivo principal es claro: actualizar el Código Civil y unificarlo con la legislación mercantil. A este se le ha conocido como “El proyecto de unificación del Código Civil y el Código de Comercio”. El segundo, en su versión original, expedido en el año 1971. El primero, con unos cuantos años de más, data de 1887.

Como era de esperarse, comentarios y opiniones no tardaron en aparecer. Apoyo de algunos, reparos de otros. Más que válidos ambos, por supuesto. Precisamente, de eso se trataba.

Ahora bien, lo que para muchos puede ser desconocido es el “tras bambalinas” de cómo fue elaborado el proyecto en comento. Y el propósito de lo que acá se escribe es ilustrar dicho contexto para que el debate continúe. Reitero: de eso se trata.

En primer lugar, reseñar que tengo la grata fortuna de conocer la formación del proyecto, como se diría en el argot popular, “desde sus adentros”. Y ello me lleva a mencionar que la intención de este no es nueva. Arturo Valencia Zea, quien fuese magistrado de la llamada Corte de Oro, tratadista y gran expositor del derecho privado en Colombia, lo tenía en mente desde el siglo pasado. Y, es de allí, de donde se cimentan sus pupilos para, desde la academia, con el único interés de aportar, encontrar la forma de actualizar el Código Civil y armonizarlo con el Código de Comercio.

Horas de trabajo antecedieron la realización del documento final. Las personas, los bienes, las sucesiones, las obligaciones y los contratos. Tarea titánica: los libros que componen la obra de Andrés Bello armonizados con el Código de Comercio. Sin duda alguna, un reto de categoría mayúscula.

Posterior a ello, la presentación en sociedad. Desde la academia, sin parafernalia. Un trabajo riguroso desde lo intelectual y valioso desde lo jurídico, independientemente de las consideraciones que sobre el mismo se puedan presentar. Reitero, absolutamente válidas y más que bienvenidas. Nutrir para construir, ojalá así se edificaran los debates que el país sostiene a diario.  

Nunca impositivo, siempre abierto a mejoría. Esa es la esencia misma del proyecto de unificación de los textos que guían el ejercicio del derecho privado en Colombia. Foros de discusión se han abierto y ello ha sido maravilloso. En la academia y en la jurisdicción. En las firmas de abogados y en las reuniones de amigos.

Desde el tras bambalinas del proyecto en comento solamente me resta decir que siento profunda admiración y respeto por este. Y más que por la relación de parentesco que me une con uno de sus ponentes, lo es porque me demuestra que los desafíos no deben tener límite y que estos son y serán siempre bienvenidos. Sí, por titánicos que parezcan.

Que el debate no pare y que el propósito de digerir y analizar el proyecto de unificación se convierta en un asunto de todos. Que participen juristas, pero, también, profesionales y estudiantes de otras áreas del conocimiento. Reitero, y no me canso de hacerlo, de eso se trata.

En resumidas cuentas, si en algo convergemos como sociedad, es en las relaciones entre privados. Y esas, sin más que agregar, se cimentan y se regulan en los códigos que acá se han mencionado.

Comenrarios de: “En el tras bambalinas de la unificación: Por Santiago Bonivento

  1. Muy bien bien, mi estimado Sebastian, por algo algún día lance sobre ti Santiago 1:5.
    Esto que tu estas haciendo, no es otra cosa que Sabiduría de Dios, manifiesta en este debate.
    Bendiciones

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