Creyéndonos primer mundistas. Por: Elena Angel

Las ganas de pensar que somos un país desarrollado con capacidades ilimitadas nos está cobrando. Ignorar que somos un país individualista, que somos un país egoísta, que somos un país podrido de corrupción, que no nos cabe un carro más en las vías, que las obras no se hacen a tiempo y mil cosas más, nos está haciendo cada vez más débiles frente al resto del mundo. ¿Hay que avanzar? Claro que sí, pero no podemos creernos lo que no somos. Creer a Colombia como un país utópico, cuando es todo lo contrario, nos retrocede

Los gobernantes en campaña saben mover muy bien la lengua, pero cuando ya están en su silla gobernando saben mover muy poco su cuerpo. Muy cómodos viendo a todos desde lejos. Los gobernantes colombianos son como los personeros del colegio, prometen piscinas cuando ni agua potable hay. Se ponen a prometer acciones, que sin duda, harían avanzar al país pero no se dan cuenta de la capacidad económica, social y política en la que se vive. Hay que ser consciente de lo que se tiene y de lo que se puede hacer.

Claudia López ha hecho su campaña de alcaldía prometiendo cambios en la ciudad, pero los únicos cambios que hemos visto son el incremento de inseguridad y una cantidad de obras sin terminar. ¿Corredor verde en la séptima? Gastar más de 2,5 billones de pesos en 22 kilómetros dejando solo un carril desde la calle 92 hasta la 32 cuando en Bogotá hay más de 2,400,000 vehículos es impensable. En solo la séptima transitan más de 1,600,000 bogotanos de norte a sur, en automóviles, motocicletas, camiones y buses. Realmente es imposible vivir así, sabiendo que esta ciudad tampoco está hecha para los ciclistas. Las vías se acaban de un momento a otro, te están tumbando y matando por robarte la bicicleta.

Los políticos llegan prometiendo varias cosas que luego se arrepienten porque no hay formas de hacerlo, una de esas es la educación. En Colombia, 1.857.000 personas son analfabetas y la mayoría  se encuentran en zonas rurales. “Los Jóvenes accederán a la educación superior pública gratuita. Erradicaremos el analfabetismo estructural y funcional que tiene a millones de colombianos en la exclusión” es lo que tiene escrito el plan de gobierno de Gustavo Petro. Sin embargo, ninguna de estas medidas se han puesto en acción porque no se tiene los recursos. Pero los políticos siguen prometiendo. Para que Colombia pueda tener educación de primer mundo habría que invertir más de 80 billones de pesos cuando lo que está presupuestado es 54,8 billones.  

Si le preguntamos a los ciudadanos mortales, la salud es la clave para el desarrollo de un país, si le preguntamos a Carolina Corcho dirá que los médicos tienen la culpa y aplicaría la de “usted no sabe quién soy yo?”. Colombia tiene un presupuesto de 36,05 billones de pesos para la salud, el segundo más alto luego de la educación. Sin embargo, eso no es suficiente. Según la Pontificia Universidad Javeriana la cifra tendría que ser superior a 80 billones para ser un país medianamente cerca de un primer mundo.

Muchos dirán que soy pesimista frente a nuestro país, pero creo ser realista bien informada. Por pensar de forma idealizada es que nos hemos dejado meter los dedos en la boca por nuestros gobernantes. Una cosa es tener ganas de evolucionar y mejorar como país y otra cosa es creernos lo que no somos. Por ahora, dejemos de creerle todo a los gobernantes en campaña que una vez en la Casa de Nariño muy cómodos se quedan. 

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