Un árbol que no da sombra. Por: Daniel Escobar

Daniel Escobar

Solía decirme mi abuela, que uno de los consejos más prácticos y útiles en la vida, era el
que rezaba "el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija". Por mi parte, puedo
decir que he intentado aplicar este santo y seña en muchas ocasiones: trabajé en el
equipo investigativo ANIF del exministro Santamaria, participé en campañas políticas que
prometían un buen futuro para Colombia, hice parte de proyectos académicos que dirigían
excelentes líderes y lideresas de nuestro país. Entre muchos otros que no alcanzo a
mencionar, pero que agradezco el haberme formado como lo que ahora mismo soy.

Entiendo bien que muchos individuos actúan de esta manera, es una forma eficiente de
crecer tanto personal como profesionalmente. Sin embargo, hay que decir que, en
ocasiones este dicho no es del todo certero y su aplicabilidad puede llevarnos a un lugar
equivocado. Allí y sin saberlo, nos arrimaremos a un árbol que no da sombra, un árbol
seco, sin hojas, que pase lo que pase, terminará por consumir el esplendor de nuestro
espíritu crítico y el anhelo incansable de transformar la sociedad. Hay árboles que
necesitan secar otros árboles para crecer. Algo lamentable, pero muy común por cierto.

La renuncia de Alejandro Gaviria al ministerio de educación podría leerse así. Un hombre
tremendo que denota pulcritud en sus formas de percibir la realidad colombiana y
establecer diferentes ideas para leer acertadamente el momento que vive nuestro país.
Puedo decir que no es mi líder político, pues no encuentro una gran compatibilidad entre
mi forma de pensar y la de él. Sin embargo, ello no me priva de admirar las capacidades y
habilidades que tiene como líder transformador de nuestra nación.

Tal vez algunos de ustedes vean como un error o como una apuesta, el haberse unido al
gabinete de Gustavo Petro como ministro de Educación, pero vea como se vea, era una
movida estratégica pensada. A pesar de que fue una de las designaciones más
inteligentes, ya que el ministerio de educación necesitaba un líder apropiado para llevar a
cabo las reformas más pertinentes para el contexto educativo, su ultimátum dejó entre ver
lo que pensaba su líder político sobre él: una piedra en el zapato del cambio.

Gustavo Petro es un árbol que no da sombra, se puede percibir que es un mandatario al
que le cuesta muchísimo el no tener la razón en una discusión, sea cual sea. Podría
sugerir que Alejandro Gaviria está por encima del nivel intelectual de nuestro presidente,
esto se percibe a simple vista en todos los ámbitos y ha quedado demostrado en las
diferentes oportunidades en las que han tenido que encontrarse para debatir. Incluso en la
ética profesional y la actitud como recibe las críticas que le hacen.

No da sombra porque, antes que nada, quien se arrime a su terreno, debe ser una
persona dispuesta a sacrificar toda postura crítica que implique obstar las ideas y los
planes que él tiene. Lo más lamentable es que en la mayoría de las ocasiones terminan
siendo ambiciones equívocas, pero como cosa de todos los días, el no acepta que así sea
e insiste en que tiene la razón y que esa razón es la apropiada. El estilo más egocéntrico
y peligroso de cualquier líder, sobre todo cuando tiene el destino de un país en sus
manos.

Quedó completamente demostrado: la decisión de dimitir a Alejandro Gaviria como
ministro de educación fue consecuencia de que este se opusiera a algunos puntos de la
polémica reforma a la salud, entre otras cosas porque cuando Alejandro fue ministro de
Salud, ayudó a consolidar el sistema actual que tenemos, el que como gobierno quieren
transformar echándolo para atrás.


Su mensaje es claro, “quien piense diferente a mí, está en mi contra”. Algo así como
decía el dictador Benito Mussolini en pleno fulgor del fascismo en Italia: “Todo dentro del
estado, nada fuera del estado, nada contra el estado". La advertencia de lo perniciosas
que pueden ser este tipo de posturas ya estaba avisada hace mucho rato, estamos a
tiempo.

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