Se acabó la bonanza aérea. Por: Jairo Zapata Cortázar

En Colombia siempre hemos tenido una gran dificultad para construir infraestructura vial, nuestra compleja topografía ha sido nuestro gran enemigo al momento de intentar conectar la mayor parte de nuestro territorio, cosa que en este momento nos sigue generando complicaciones. La alta accidentalidad, la falta de capacidad en nuestros corredores viales, y la lucha contra los fenómenos naturales que afectan estas vías nos han llevado a escoger otros medios de transporte. Según cifras de la Aeronáutica Civil, entre enero y octubre de 2022 se movilizaron cerca de 27,3 millones de pasajeros en vuelos domésticos, es decir, hubo un incremento del 23% frente a la cantidad de pasajeros transportados durante los mismos meses del 2019.

Esta cifra no solo fue posible por una clara necesidad de reactivar la economía nacional después de la pandemia, pues esta afectó de manera inmisericorde a todas las compañías aeronáuticas, también fue un efecto de la disminución del IVA en los tiquetes aéreos ya que el anterior gobierno decidió reducir del 19% al 5% este impuesto. El fin de la medida era dar una mano a esa reactivación económica del sector aeronáutico y funcionó, la prueba está en la estadística mencionada anteriormente y en la cada vez mayor presencia de usuarios en los aeropuertos en esta época de fin de año.

Sin embargo, el 2023 dejará de ser una época de bonanza para el transporte aéreo, no solo por la clara crisis económica a la que nos enfrentaremos globalmente, sino también por la decisión del presidente Petro de no extender este beneficio tributario al sector. El Ministro de Transporte Guillermo Reyes anunció que debido a esta decisión presidencial los tiquetes aéreos incrementarán su valor de 30% a 40%, cosa que claramente generará un retroceso enorme para el sector y por ende dificultará mucho a los colombianos el transporte por el territorio nacional e internacional por este medio.

Las empresas aeronáuticas quedaron entre la espada y la pared pues sus proyecciones para este año indican un claro déficit de ingresos, menos gente optará por sus servicios y sus costos y gastos serán prácticamente los mismos. Lo curioso del asunto es que el 28 de diciembre el ministro Reyes se pronunció en Blu Radio sobre esta difícil decisión a la que se tienen que someter las aerolíneas, él muy ingeniosamente dio la siguiente solución:

Yo supongo que reducir el personal que atiende en los counters, el personal que atiende en los aviones, usted ha visto que en el sector hotelero también hay hoteles en los que usted llega y solo hay una sola persona en la recepción, le entrega la llave, usted sube la maleta, usted hace todo solo y el costo se reduce muchísimo, usted puede hacerlo y esas son medidas que pueden tener las aerolíneas.

Pues bien, no hay mucho por decir de estas declaraciones y tampoco queda mucho por esperar de estas personas que están en frente del cambio. Ante el capricho de captar más recursos para un Estado históricamente ladrón condenaron a todo un sector y a sus usuarios, porque de dientes para afuera dicen que entre más recoja el Estado más habrá para repartir, pero lastimosamente el epílogo de esta situación será el mismo al que nos tienen tan acostumbrados: arcas estatales hurtadas, cuentas bancarias llenas. Después de todo, habrá quien me tilde de hereje o de provocador, solo espero que ese fanatismo ciego no lo lleve al arrepentimiento porque después de cinco meses de gobierno sigue sin haber mucho por rescatar.

Lo anterior no lo digo a la ligera, pruebas de contradicción manifiesta entre la campaña del presidente y su gobierno hay muchas y me gustaría empezar por exponerlo en el tema central de esta columna. En los tiempos de las promesas el presidente juró que el turismo sería la bandera de la economía colombiana, reemplazando incluso la explotación de hidrocarburos, cosa que con tantas barreras impuestas por su propio gobierno no veo que pueda cumplir. Viajar por aire en Colombia ya era costoso y complicado, ahora decide hacérnoslo mucho más difícil, vaya coherencia. El presidente sabe que pone en riesgo el trabajo de miles de familias que dependen de esa actividad económica por este incremento, porque lo grave de todo esto no solamente es la carga tributaria para las aerolíneas, también es el momento en el que lo está haciendo y la manera en como esto va a afectar a los colombianos.

Finalmente, sus propuestas en los últimos meses no han sido muy distintas a las del gobierno anterior, creo que solo tenía que llegar al puesto para darse cuenta de las decisiones que se debían tomar. Para mi lo reprochable del asunto es complicarnos la vida a los colombianos en un tiempo de oscuridad financiera, de incertidumbre, de caos total. El Estado se debe al pueblo y como protector debe procurar ayudarnos en los momentos más difíciles como estos, no ahogarnos a todos sin discriminación por una clara improvisación al no saber claramente que es lo que está haciendo. Presidente, es momento de que despierte, no más sueños en los laureles, no más decisiones incoherentes, necesitamos que se acabe su improvisación.

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