Salvar o no salvar a las empresas? esa NO es la pregunta!

el bogotano

Considero que la pregunta acerca de si una empresa u otra debería ser rescatada con recursos públicos de la grave crisis económica que atraviesa por cuenta de la pandemia planetaria, despertará una negativa visceral en buena parte de los colombianos debido a la desigualdad extrema que existe en nuestro país y a la consiguiente y falsa idea de que arruinando al sector industrial van a nacer condiciones propicias para instaurar el comunismo. De manera que mientras esa discusión no se desideologice, la opinión de que las empresas deberían quedar abandonadas a su propia suerte será prevalente. Y muy peligrosa, además, como pasa a demostrarse.

En un escenario tan crítico como el que la humanidad está viviendo en estos momentos, lo primero que debe advertirse es que la destrucción del empleo formal (es decir, del que está gobernado por un contrato de trabajo, origina el reconocimiento de todos los derechos, prestaciones sociales y garantías establecidas por la legislación laboral y también de todos los amparos prescritos por el Sistema de Seguridad Social Integral) es un error de repercusiones económicas y sociales inimaginables. Basta pensar en los costos involucrados en la creación de un puesto formal de trabajo, para aceptar que su destrucción en las actuales circunstancias traduce un daño prácticamente irreversible.

En este orden de ideas, cae de su peso que, aún con independencia del país donde cualquier empresa tenga su domicilio legal y fiscal, utilizaremos a avianca como ejemplo, dejar que se marchite hasta el punto de verse forzada a despedir en Colombia a sus 15.000 trabajadores directos y a prescindir de las 1.200 pymes a las que les compra sus provisiones, significaría condenar a la ruina a cientos de miles de personas que sí residen en nuestro país.

Cientos de miles de personas que al perder su fuente de subsistencia carecerán de medios para participar en el mercado de bienes y servicios, anomalía esta que a su vez llevará a los productores de los mismos a clausurar sus fábricas ante la depresión del mercado y a agravar la crisis del circuito económico con más despidos. Es obvio que si la demanda cae y los empresarios no pueden vender lo que producen, quedarán irremediablemente condenados a cerrar sus plantas.

El sistema financiero también corre peligro, pues si el sector productivo incumple sus obligaciones financieras a una gran escala como consecuencia de la falta de ingresos, la estabilidad de la banca quedará seriamente comprometida. Lo mismo cabe predicar del fisco: si las personas no pueden pagar sus impuestos, los ingresos públicos colapsarán, con lo cual se frustrá la ejecución del presupuesto y el Plan Nacional de Desarrollo.

En este orden de ideas, la principal estrategia económica del gobierno debe ser la de preservar el empleo formal mediante la inyección de liquidez a las empresas con el fin de que puedan pagar sus nóminas y sostener de esta forma el consumo interno.

Ahora bien, ¿cómo se puede financiar esta fórmula de emergencia? Apelando al endeudamiento público. El Banco de la República es la única fuente de recursos suficientes para conjurar esta emergencia. El gobierno nacional, entonces, puede emitir bonos de deuda de largo plazo con el fin de respaldar la emisión y colocarla al servicio de los empleadores mediante la combinación de dos facilidades, a saber (i) plazos muertos para el uso del crédito, y (ii) tasas bajas de interés.

Está muy bien que el gobierno auxilie a las personas más vulnerables con un salario social y con el suministro de alimentos. Pero esa es una medida insuficiente para sostener el mercado. Mientras se desarrolla una vacuna contra el Covid-19 y se normaliza la actividad económica, lo primordial es salvar el mercado formal de trabajo. Y como quiera que los empresarios no pueden hacerlo ahora pues con muy pocas excepciones y debido al confinamiento general y obligatorio están privados de cualquier ingreso, el gobierno tiene la responsabilidad de facilitar los recursos indispensables para mantener los contratos de los trabajadores.

No sé trata entonces de salvar a una u otra empresa. De lo que se trata es de preservar todas las fuentes de empleo.

Escrito por; AC

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