Pentálogo para primíparos. Por: Santiago Bonivento

Santiago Bonivento

Hace poco más de un año puedo decir, con mucho orgullo pero, a su vez, con especial responsabilidad, que soy abogado. Lo transmito habiendo cursado varios años de experiencias maravillosas, momentos de mucho estudio, pero, también, de ocio. El exámen parcial de siete de la mañana, la franja horaria de descanso entre clase y clase, el divisar el final como el inicio de una aventura profesional. En fin: como dicen en Brasil, saudade de aquello que fue y que, seguro, no volverá a suceder.

Concibiendo ello, y haciendo un ejercicio hipotético - y casi que psicoanalítico - en virtud del cual pudiese entablar una conversación con ese joven estudiante que una mañana soleada de un lunes de julio, por allá en el año 2015, se aventuraba a dar inicio a su carrera universitaria, le diría cinco cosas muy puntuales que no debe dejar pasar por alto y que, por el contrario, que busque - una a una -, sin pausa y sin prisa, su ejecución.

Es un ejercicio que, inclusive, hace unos años hizo mi muy buena amiga y actual colega Silvana Rozo (ver: Foro Javeriano - Periodismo universitario: Diez Semestres), culminando su periplo universitario y que me pareció absolutamente llamativo, interesante, novedoso y útil.

A estas cinco cosas puntuales, he decidido apodarlas como el pentálogo (palabra que aparentemente es inexistente en el castellano, pero que refleja bien la intención de que sean cinco, como es decálogo para diez) para primíparos y no es nada diferente a  cinco puntos que, aspiro, lleguen a primíparos universitarios - como se le dice coloquial y cariñosamente a aquellas personas que ingresan a la Universidad - y sus familias y se queden con ellos.

Acá vamos:

  1. Déjese retar: si la Universidad permite algo es el reto constante de aprender. Es concebir que en el reto está intrínseco el desafío y, en la superación de este, la satisfacción del deber cumplido.
  1. Conciba el hoy como una ventaja sobre el ayer y un compromiso con el mañana: entender que, en el paso a paso diario, está la clave del éxito y que ir día a día, sin apresurarse por el futuro - que inevitablemente llegará -, hará que el disfrute sea pleno. Sentir las clases, vibrar las salidas, comprender que el hoy no vuelve.
  1. ¡Aprenda idiomas!: más que cualquier otro ítem, habilidad, destreza o competencia, los idiomas se posicionan en la cumbre de los diferenciales y en una oportunidad maravillosa de conocer nuevas culturas, nuevos mundos y, por supuesto, mejores proyecciones laborales. No hay mayor diferencial que la posibilidad de relacionarse con otros.
  1. Disfrute el proceso: tanto el examen final, como el proyecto a entregar, por más trasnocho que suponga. Las despedidas, los viajes, los momentos de tensión y de dificultad. De estos, aunque difíciles de disfrutar en el momento, es de los cuales más - y mejor - se aprende.
  1. Nada vuelve y, por ello, el “arrepentimiento” llega: si puede, váyase de viaje; si puede, intente nutrir el estudio con grupos de investigación, deportes, clases que le motiven, amigos para la vida, profesores que le guíen, sueños por cumplir, libros y textos por leer y momentos por y para recordar. Al final, cada día que pasa es un día universitario que no vuelve y, por ello mismo, la realización misma está en no dejarlo pasar en vano. La peor sensación de vida es aquella en virtud de la cual el arrepentimiento se hace presente.
  1. A modo de ñapa, que se es afortunado: Que el poder asistir a la Universidad es un verdadero privilegio que, lastimosamente, no todo joven en un mundo desigual tiene. Y que, por ello mismo, el valor de esto está en trabajar porque se convierta en una oportunidad universal. Salir de la Universidad a construir mundo, a trascender en la sociedad.

Si algo maravilloso me dejó la Universidad - en pregrado - fue el haberla cursado. Y, aunque haría muchas más cosas - inclusive diferentes -, soy un fiel convencido que la educación es la mejor herramienta para transformar la sociedad. A aquel jóven que iniciaba su vida universitaria algunos años atrás le diría que el futuro es maravilloso pero que, lo es aún más, el privilegio de poder disfrutar cada día universitario como si fuera el último porque, algún día, ese último llegará. Y, por mera y simple lógica de vida, retroceder el tiempo será, entonces, imposible.

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