Messi, el mejor ejemplo para una generación: Por Rafael Torres

Rafael Torres Camargo

En el año 2007 el mundo era un lugar distinto al que conocemos hoy en día. En Estados Unidos no había empezado la crisis de 2008 ocasionado por las hipotecas subprime , el presidente era George W Bush y el iphone aún no había salido. En Colombia teníamos al presidente Uribe en pleno segundo mandato, en Venezuela Chávez era presidente y todavía veíamos películas que alquilábamos en Blockbuster. En junio de ese año Lionel Messi jugó su primera final de Copa América de Venezuela.

Cuesta recordar cómo era todo en el 2007 pero más cuesta recordar cómo éramos nosotros hace catorce años. Esa final fue un baño de agua fría para Argentina que había bailado a todos en el torneo y ese día Brasil le metió tres. Ni el argentino más masoquista se imaginaba lo que vendría en los siguientes diez años. El mundial de Brasil 2014 y las copas América de Chile 2015 y Estados Unidos 2016 terminaron con Messi perdiendo una final de un torneo importante con su selección. La prensa Argentina, amarillista como de costumbre lo liquidaba y lo tildaba de “pecho frio”. El tipo que era una estrella admirada por todos en casi todos los países del mundo era criticado en su país. Solo dos estadios abuchearon a Messi en toda su carrera: el estadio Eva Perón de Santa Fé en la Copa América 2011 en un Argentina vs Colombia después de patear un tiro libre a las nubes y El estadio Monumental luego de empatar 1-1 con Bolivia en las eliminatorias rumbo a Brasil 2014. Messi era aclamado en Indonesia pero resistido en cualquier café de Buenos Aires.

“Nadie es profeta en su tierra dicen por ahí” y parece que este dicho le aplicaba perfectamente al diez. Algunos decían que era más Español que Argentino y que no sentía la camiseta.

Como si perder tres finales en tres años no hubiera sido suficiente, en el Mundial de 2018 la selección protagonizó un bochornoso espectáculo en el que había rumores de golpe de estado a un técnico y una convivencia al borde de explotar. Parecía que la selección Argentina se iba quedar con la espina de desaprovechar al mejor jugador de la historia y Messi estaba condenado a no ganar nunca con su selección. La imagen de un Messi sonriente en Barcelona tenía una cara completamente opuesta cuando lo veíamos con la cabeza abajo al final de cada derrota de la selección Argentina.

En julio de este año vimos cómo Messi se tomaba revancha en el Maracaná. Ese mismo estadio que en el 2014 le provocó la frustración más grande de su carrera. Lo que hizo Messi es digno de una película de Disney, digno de una historia de mitología y digno de una historia de motivación para todos los niños. Un tipo que a pesar de ser multimillonario  y poder estar de vacaciones tranquilo con su familia en cualquier lugar del mundo se aguanto una burbuja de cincuenta días en una concentración sólo para lograr un sueño. Porque después de catorce años en donde sus propios compatriotas le han hecho críticas despiadadas, el tipo lo siguió intentando una y otra vez.

En una sociedad donde siempre vivimos de afán el mejor de todos no se rindió durante catorce años hasta lograr sus sueños.  La sociedad contemporánea nos ha acostumbrado a un mundo de gratificación instantánea. La gente se vuelve millonaria  especulando en criptomonedas por solo unos meses , la gente se vuelve famosa de la noche a la mañana y preferimos leer tweets a leer libros. Parece que la paciencia es una virtud que es poco valorada hoy en día. Messi, el primer genio del siglo XXI tuvo esa virtud que tanta falta le hace a la generación acostumbrada a ver series sin necesidad de esperar las publicidades. 

Ayer Messi ganó séptimo balón de oro. Qué distinto se veía el Messi de la gala de ayer con el Messi que habló ante un Monumental lleno y completamente rendido a sus pies hace unas semanas. Parece que poco le importa al 'diez' haber ganado su séptimo balón de oro comparado con lo que para él representa haberse sacado la espina de ganar algo con su país. El Messi maduro que ayer vimos reconociendo la injusticia que se cometió con Lewandoski al no darle el balón de oro el año pasado, se parece muy poco al que lloraba desconsolado en el Monumental hace unas semanas cuando le presentaba la copa América a su gente.

Messi agrandó su leyenda ahora más que nunca. Para todos los que tenemos menos de 30 años, no habrá otro como Messi. Como lo define Juan Pablo Varsky “Messi es la rutina de lo extraordinario”. Pasó de ser una promesa de veinte años en aquella Copa América en Venezuela a ser reconocido como el mejor de la historia. Cambiaron muchas cosas en su vida y en el mundo pero el sueño de ganar algo con la selección Argentina siempre fue una constante en la vida de Messi. Messi nos enseñó que no importa todo lo que tengas que soportar en esta vida, los sueños están ahí para cumplirse y nunca puedes dejar de intentarlo.

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