La tecnología llega tarde ¿pero llega? Por: Juan Pablo Prieto

El auge de ChatGPT ha generado mucho ruido, principalmente, en la industria legal. Creo que muchos abogados éramos conscientes de que las máquinas iban adquirir un papel preponderante en nuestro oficio, no obstante, dábamos por sentado que iba a suceder en el largo plazo. Este desarrollo de OpenAI es una demostración palpable de que dicha transición parece estar a la vuelta de la esquina, ¿o no?

Los más recientes acontecimientos son señales dicientes para los abogados: si no nos adaptamos, apague y vámonos. La disrupción tecnológica en el derecho es una realidad, por lo cual, considero necesario que asimilemos las nuevas formas para ejercer la profesión y las veamos como una ventaja, no como una amenaza. Advierto beneficios para los particulares, las empresas, la consultoría, el litigio, e, inclusive, la administración de justicia. De otra parte, advierto retos para las nuevas generaciones de abogados y facultades de derecho. 

La inteligencia artificial (IA) es capaz de emitir conceptos y analizar documentos con mayor precisión y más rápidamente que cualquier socio de firma con su batallón de abogados. De igual forma, estos desarrollos pueden asistir a quienes comparecen a una audiencia y, eventualmente, representarlos a menor costo y de mejor manera. A su vez, la tecnología puede ser la mano derecha del juez facilitando su trabajo y ¿por qué no? reemplazarlo.

Cabe plantear un gran disclaimer, al día de hoy, estas herramientas no cuentan con un nivel de sofisticación y maduración suficiente como para lograr satisfacer las necesidades del tráfico jurídico de forma óptima. Se han probado sus errores. Sin embargo, en la medida en que el sector legal invierta y desarrolle sus propios instrumentos, hechos a la medida, seguramente perfeccionarán su funcionalidad y especialidad.

Es probable que empresas y personas paguen por estos servicios, adquieran licencias, y en ciertos casos, no requieran de los abogados. A pesar de esto, como resulta lógico, el modelo no puede prescindir absolutamente del factor humano, pues requiere de alguien que formule las instrucciones y valide el resultado. Lo visualizo como un complemento a la función del abogado. Excel no reemplazó a contadores y financieros, este tampoco es el caso. 

Todos los escenarios conducen a una reducción de costos de transacción y a la generación de eficiencias para los usuarios de servicios legales, para las mismas oficinas de abogados y para los operadores judiciales. Se configura un círculo virtuoso, que podría facilitar la descongestión del aparato judicial, fomentaría la democratización del acceso al derecho y optimizaría la prestación de los tradicionalmente distantes y costosos servicios legales. 

En efecto, inicialmente, la tecnología podrá reemplazar algunas funciones, más no el rol del abogado en estricto sentido. Posiblemente, los trabajos más mecánicos como resumir sentencias, “patinar” los procesos judiciales, ciertas investigaciones, elaborar contratos sencillos, transcripciones de audiencias y los estudios de títulos, desaparecerán. Más adelante, con el desarrollo adecuado, es factible que puedan sustituirse funciones más complejas, como la redacción de alegatos, negociaciones y la emisión de opiniones legales, por ejemplo. 

Ahora, si bien ChatGPT nos lo planteó como un fenómeno inminente, su puesta en marcha y adaptación pende de múltiples variables. Por ello, a mi juicio, será un proceso gradual en el mundo y sobre todo en Colombia. No se nos puede olvidar que tuvimos que pasar por una pandemia para poder expedir regulaciones como la del Decreto 806 (hoy Ley 2213) y así aventurarnos en permitir las notificaciones por mail. Asimismo, no se pueden dejar de lado las barreras que pueden frenar el proceso, entre las cuales destaco la desconfianza humana y el grado de desarrollo de la tecnología.

Partiendo del supuesto de que la tecnología cumpla con las tareas correctamente y de que la transición supere la selva burocrática institucional, una de las principales críticas a su adopción es que las personas no confían en estas formas. Estimo que la viabilidad de la incorporación de estos cambios está determinada por lo que quiera el mercado, así de sencillo. Si empresas y personas consumen el servicio, este será implementado y acogido por la industria legal. 

Pero ¿lo consumirán? La masificación de generaciones de nativos digitales como los millennials, centennials y alphas, con el tiempo, puede favorecer las dinámicas para acoger esta clase de servicios. Además, fuera del tema generacional, no podemos negar algo, la IA permite generar más y mejor, gastando menos y con un menor margen de error. Creo que la calidad, precio y asequibilidad del servicio pueden ser ingredientes apetecidos por personas y empresas (incluyendo oficinas de abogados que pueden aumentar su productividad). 

La innovación en el ejercicio de la abogacía, ya sea con IA u optimizando procesos jurídicos con tecnología u otro medio, es necesaria. Es por ello que, además del componente legal, los abogados tenemos el reto de adquirir ciertas habilidades distintas a las tradicionales, para poder aprovechar las herramientas y mantenernos competitivos. Estamos a tiempo. Reitero, se trata de un modelo mixto complementario, el cual requiere de abogados con el conocimiento idóneo, para formular la información y validar el resultado. 

Las facultades de derecho también son parte fundamental de este nuevo ecosistema, por tanto, tienen la responsabilidad de incluir contenidos asociados a estas nuevas realidades de innovación. Los pensum deberían actualizarse y explorar materias como: legal tech, legal design, el entendimiento del Blockchain y sus campos de aplicación en el derecho, smart contracts, legal project management, y algo de programación. 

Estoy convencido de que, en algunos años, los ordenamientos jurídicos se transformarán para incorporar estos cambios, desaparecerán las notarías, habrá un sinnúmero de abogados-programadores, el concepto de patinar quedará rezagado en la historia y los particulares estaremos facultados para someter nuestros conflictos a arbitraje resuelto por IA. Por ahora, tenemos un abrebocas de lo que puede estar por venir, sin que sobre recordar que esta misma lógica es extensiva al destino de muchas profesiones.

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