La importancia de los medios en la opinión pública. Por Isabela Uribe Giraldo

En un tiempo de tanta polarización y contienda, en el que están de moda las reformas que tienen en vilo a derechos fundamentales como la salud y el trabajo, hay un solo derecho que en ninguna circunstancia podemos dejar en suspensión: la libertad de expresión. El poder difundir el pensamiento y las opiniones a través de medios masivos, tanto los tradicionales como los virtuales de hoy en día, por lo menos permite que la sociedad no esté en una anestesia generalizada de pensamiento, abre nuevos puntos de discusión y sacude fibras que permiten cuestionamientos de paradigmas y juicios que teníamos por sentados. 

El pasado sábado primero de abril en un consejo de seguridad en Buenaventura, el presidente Petro se quejó de la campaña “inmisericorde” de los medios de comunicación en contra del Gobierno al criticar la reforma de la salud. Según el mandatario, los medios lo atacan porque tiene un “Gobierno decente”.  Creo que no he visto ni un solo titular de una noticia de algún medio de comunicación tradicional tomando bando con respecto a la reforma a la salud, sino informando su situación actual y las controversias entre los diferentes partidos políticos. Esa información es precisamente insumo de la opinión pública para que en escenarios de opinión, como en programas radiales, de televisión o prensa se genere debate.

Aunque a lo largo de la historia hemos podido haber hecho más cambio e impacto, ha sido gracias a esa posibilidad de expresarnos que muchas injusticias no han pasado por desapercibidas y así mismo algunas se han podido evitar. No podemos subestimar el poder de los medios y sus efectos, para inducir a la formación del pensamiento y al cuestionamiento hasta de lo más típico. El género informativo periodístico debe ser objetivo, imparcial y veraz, pero los medios también poseen arenas en las que se pueden reflejar variantes de pensamiento de los propios periodistas y los medios de comunicación, como lo son las columnas de opinión y las editoriales.

Entonces no, no es que por los medios de comunicación la reforma de la salud no ha podido salir adelante o que estos estén personalmente en contra de Petro y su “Gobierno decente”, sino que para muchos colombianos hay cabos sueltos y micos en la reforma que no los dejan tranquilos, mucho menos cuando se trata de algo tan primordial como lo es la salud. Es claramente a través de los medios y del alcance tan fácil que tenemos hoy en día al internet que nos enteramos del contenido de la reforma y de ahí sacamos nuestras propias conclusiones. Estas pueden ir tanto en línea, como no, de lo que los medios opinen.  Pero jamás el intentar callar a los medios y así opacar el derecho fundamental a la libertad de expresión va a ser la solución. Creo que ya es más que hora de ir dejando atrás los tiempos en los que los medios de comunicación estaban arrodillados a un determinado poder. 

Así que por más conveniente o no que sea para la Presidencia que se discuta, debata y se ponga en tela de juicio su reforma a la salud, la gente no tiene por qué quedarse callada y mucho menos los medios deben dejar de informar y propiciar espacios de opinión. Esto es un recuerdo para que no dejemos de sentar nuestro punto de vista, no dejemos de cuestionar y protestar por aquello que no nos convence o no es acorde con el bien común y no nos dejemos meter los dedos en la boca. El no estar de acuerdo con algo no es un ataque, ni mucho menos personal, en contra del Gobierno o quien lo encabeza. 

Está bien dudar y controvertir. Si esta reforma, o la que sea, se debe volver a modificar las veces que sean necesarias, se volverá a hacer. No se puede dejar de hacer por no querer escuchar a la opinión pública y sus inconformidades. Sigamos recibiendo insumos de diversos medios de comunicación, tanto informativos como de opinión, y sigamos elevando nuestra voz opinando y cuestionando. No nos cansemos. 

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