Joder, qué duro es el alzheimer* Por: Santiago Bonivento

Santiago Bonivento

Anualmente - desde 1994 - el 21 de septiembre se recuerda el Día Mundial del Alzheimer. Una situación médica que no sólo aqueja al paciente sino, y de manera muy fuerte, a los seres más queridos de este. Un pequeño retrato - y homenaje - a aquellos que hemos padecido una enfermedad que toca lo más profundo del ser humano: su memoria, sus recuerdos en el corto plazo.

La vida es una antes y una después de convivir con el alzheimer. Bien en cuerpo propio, bien en cuerpo ajeno, es decir, a través de algún familiar, amigo o conocido cercano que la padezca. No es nada diferente a una patología médica - en la cual, por no tener la formación, no profundizaré -, que toca lo más preciado y, a veces, olvidado, que como seres humanos tenemos: la memoria de sucesos recientes.

Es, ergo, una enfermedad que toca familias enteras, que se acentúa y que hace que los recuerdos sean cada vez más difíciles de recordar y de transmitir. Suena contradictorio que un recuerdo sea difícil de recordar. El alzheimer, tristemente, así lo genera.

Olvidar el nombre, el lugar visitado, el momento vivido, el suceso relatado: en fin, es dejar de lado lo vivido, para, como ave de paso, dejarlo escapar sin tener la más mínima intención de así quererlo. Sólo se da… y no vuelve. O, por lo menos, cuesta que vuelva. Y, más aún, cuesta que ese recuerdo que vuelve, perdure.

A quienes hemos tenido seres que amamos profundamente, dolientes con la patología en comento, entendemos que no es una enfermedad personal en sí misma. Por el contrario, y como muchas de ellas, pero con especial dolor al ser progresiva en su avance, hace que la impotencia por querer lo que fue y que ya no es, sea la constante. El alzheimer golpea tan - o incluso más - fuerte a los seres queridos del paciente que a este mismo, por el simple hecho de que quienes reconocen el triste avance de la enfermedad son estos.

Convivir con el alzheimer, en vivencia personal, bien sea como paciente o bien sea como ser querido de este, hace entender que la vida misma es efímera y que el aquí y el ahora son la piedra angular de la vida que, en algún momento, no estará. Y eso, aunque doloroso, hace que ésta cobre un sentido especial.

Habiendo pasado el Día Mundial del Alzheimer, el cual ha de recordar que nadie está exento de padecer la patología y que es un deber de todos proteger a quienes la ostentan para mantenerlos seguros, éste, un pequeño mensaje de cariño. Una enfermedad silenciosa en su fase inicial, pero que nos debe hacer sentir que la memoria y el recuerdo son ejes fundamentales de lo que hacemos, de para qué lo hacemos y del por qué de lo que hacemos.

Sólo quien convive con el alzheimer, entiende que es la alteración de asuntos absolutamente valiosos que como seres humanos tenemos: los recuerdos  en el corto plazo.

Abría su autobiografía García Márquez con una frase contundente: (...) “La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Sólo puedo decir una frase, corta pero contundente: joder, qué duro es el alzheimer.

*A mi abuela, que desde la eternidad me cuida. Admiración y cariño, siempre. Toda la vida. Por todas las vidas.

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