El monstruo debajo de la cama: Por Laura Valencia

Laura valencia

Cuando éramos niños, le teníamos pánico a que un posible monstruo saliera de debajo de nuestras camas. A veces, ni siquiera éramos capaces de echar un vistazo a ver si, realmente, había algo debajo de nosotros o era simple imaginación. Las élites de nuestro país han creado históricamente unos monstruos a los que debemos temerles y destruirlos a toda costa. Sea una ideología, una persona o un grupo marginado, siempre son monstruos que atemorizan a la sociedad. Las élites se benefician si le ponen el pecho a ese supuesto miedo, ya que es una creación de ellos mismos, por ende, ni temor sienten. Probablemente, ese selectivo grupo no es el más valiente, solo se aprovecha del miedo infantil e histórico que ha sufrido un país atravesado por la violencia y crisis sociales.

Por nuestras ideologías, ahora radicalizadas por las redes sociales, nunca nos hemos detenido a cuestionar si eso que las élites muestran como monstruos, efectivamente, lo son. La sociedad no ha intentado mirar si ese enemigo que las élites nos muestran son solo maldad o hay algo detrás. Estaba leyendo Zoológico Humano de Ricardo Silva y encontré un párrafo muy interesante acerca de estos monstruos que se puede aterrizar a nuestra historia colombiana. Un soldado de la Primera guerra Mundial mata a un contrincante, pero luego hace una reflexión acerca de su acto. “Era un muchacho igual que yo aunque no llevara casaca verde ni hablara alemán, y sin embargo las reglas de la guerra me animaban a despedazarlo” (Silva, Zoológico Humano, pg. 64).

¿Qué tal que esos monstruos sean parecidos a nosotros, pero con contextos lejanos que no hemos entendido? Nunca hemos dudado si quiera si esos victimarios a los que debemos temerles han sido victimas primero. Tal vez si tuviéramos agallas y fuéramos a buscarlos debajo de nuestras camas, podríamos llegar a conocer unos contextos muy diferentes a los nuestros. Incluso, es factible que al mirarlos a los ojos y escucharlos, podamos conocer realidades diferentes de nuestro país. Tal vez el comportamiento que tienen estas personas viene de una guerra lejana y silenciosa para muchos de nosotros.  

Sin embargo, mientras que sigamos siendo pequeños niños y niñas asustados incapaces de mirar qué hay debajo, los únicos que levantan los brazos como victoria son las élites. Aunque en la guerra nadie gana, en nuestra larga guerra colombiana solo han perdido las poblaciones azotadas por la violencia. Personas con las que compartimos un país, pero no tenemos ni idea por qué los vemos como algo horroroso que nos despierta odio y repudio. Podemos trasladar esta guerra a cualquier ámbito, estamos polarizados en el día a día por cómo las élites mueven los fanatismos de las redes sociales.

De pronto esa persona muy diferente en ideales no es alguien totalmente extraño, si nos animamos a hablar desde el respeto y tolerancia podríamos encontrarnos que no hay que temerle a lo diferente. Para lograr esto, primero debemos ser consientes de que nosotros mismos somos los que construimos la historia de nuestro país, y que no debemos calificar de buenos y malos según lo que indica el dedo de una clase dirigente.

Muchas veces puede que eso extraño y lejano que no entendemos, sea incluso cercano y similar, solo que no hemos agachado la cabeza a ver qué hay debajo de nuestras camas. Se pueden sacar cosas increíbles al intentar acercarse a algo extraño y diferente, es solo dejar el miedo y que la sociedad desmantele a los supuestos monstruos.

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