Bombazos gubernamentales. Por Juan David Escobar Cubides

Juan David Escobar

Las reformas del Gobierno Petro conjugan un componente emocional desmesuradamente cruel: cuando no generan terribles confusiones, son susceptibles de ocasionar hiperbólicas preocupaciones. Esto es grave dada la realidad de que no hay circunstancia que pueda afectar tanto las emociones como aquella de sentirse confundido y, en consecuencia, preocupado por cuenta de la confusión que genera dicha preocupación.  Así, tal cual, es el efecto de los anuncios del Gobierno de turno; un enredo e inmisericorde entuerto con el legislativo, pero principalmente con el conglomerado social.

¿Por qué ocurre esto?

En primer término, es necesario aclarar que ello no se presenta meramente por aspectos sustanciales, sino, en mayor medida, por razones formales, estructurales y procedimentales, pues una cosa es pretender desarrollar alguna reforma a un sector específico y otra enviarle al país un bombazo diferente cada semana, tal y como lo hace el presidente Petro.

Observamos como cada siete o diez días los “intectuales” del Gobierno Nacional se manifiestan con una joya diferente: anunciaron la reforma a la salud, luego la reforma a la justicia, siguieron simultáneamente con el proyecto de ley de sometimiento, la reforma política, laboral, pensional y ahora- luego de que les hundieron esa grosería de reforma política- sin un ápice de rigor proponen dizque una Asamblea Nacional Constituyente para modificar el sistema político. ¡Tremendo error conceptual y procedimental!

¿Quién les dijo al Gobierno Nacional y a sus adeptos que era viable utilizar una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la política? ¿Por qué mejor no pensar en una Asamblea Nacional Constitucional? Hagamos un breve paréntesis para identificar para qué es una y para qué es la otra: una asamblea nacional constituyente busca crear una nueva Constitución Política. Empero, una asamblea nacional constitucional busca reformar un aspecto puntual de la Constitución Política ya existente. Un tema elemental para saber cómo proceder: hay que reformar uno o varios aspectos de la Carta Política de 1991; mas no crear una nueva Carta Política. Eso es todo.

En segundo término, ni a los peores desgobiernos de Colombia en más de 200 años de historia republicana, se les había ocurrido abarcar sincrónicamente reformas tan complejas para la nación, mucho menos bajo el despropósito de lograr la irresponsable y deleznable aprobación exprés, que, sin pudor alguno está catalogada  como una burda estrategia politiquera a fin de soslayar la labor de estudio, debate, deliberación y discusión en el Congreso.

Las cuestión que tiene en apuros al Gobierno es que comenzaron a hundírsele las anheladas reformas del “cambio” y de allí se desprende el pernicioso afán de Petro de acceder a facultades extraordinarias, pues su propósito es legislar en causa propia para aprobar lo que sale de su cabeza. ¡Qué miedo!

Aunque ello no es de extrañar puesto que así funciona la demagogia populista: lanzar los bombazos para que el legislativo le apruebe a pupitrazos cuanto adefesio desee presentar, en tanto el constituyente primario se confunde mucho más, dado que, en cada semana que transcurre le anuncian un tema diferente sin concluir el anterior y sin guardar la más mínima relación entre el asunto presente y el posterior. Un día explican de forma simple y vaga la reforma a la justicia y al otro la reforma pensional, luego abordan la laboral y la política como si fuese la temática de un circo donde primero sale el payaso sombrerón, luego el mimo en la cuerda, los leones y al final donde nadie comprende la aparición de los delfines.

¿Serán tan ingenuos de creer que les funcionará el sofisma de distracción de confundir al constituyente primario y derivado para ganar legitimidad y gobernabilidad?

La respuesta es negativa y por ello es que la situación con el Gobierno Petro se ha vuelto tan insostenible que hasta la colectividades tradicionales que lo acompañaron al inicio ya comenzaron a abandonar la coalición, pues no están dispuestos a arriesgar su capital político.

Esto apenas comienza y este Gobierno padecerá una desaprobación superior al 90%.

Adenda: O se equivocaron de cabo a rabo proponiendo una Asamblea Nacional Constituyente o realmente ello es lo que quieren a fin de crear una nueva Carta Política que modifique el modelo de Estado por uno que les permita atornillarse indefinidamente en el poder. Prefiero pensar que fue la primera.

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