Una mejor normalidad. Por: Miguel Velarde

La pandemia no generó nada nuevo, simplemente aceleró procesos de cambio que ya se estaban dando

Termina un complejo año 2020 que ha puesto en evidencia las grandes debilidades de las naciones, desde las más desarrolladas hasta las que ya enfrentaban dificultades como las de nuestra región.

La pandemia no solamente visibilizó el pésimo estado de los sistemas de salud, sino también lo precario de las instituciones y, en algunos casos, incluso la fragilidad de nuestras democracias.

Aunque después de casi 10 meses de una “nueva normalidad” existe la sensación de que, por costumbre o por cansancio, lo peor ya pasó, la realidad es que recién estamos comenzando un difícil camino consecuencia del virus y del pésimo manejo que los gobiernos hicieron de la crisis, con cuarentenas prolongadas, inefectivas y destructivas.

Lo peor es que no terminamos de superar la etapa sanitaria y ahora comenzamos la previsible segunda pandemia, la económica, que en 2021 tendrá su ola con un impacto tan malo o incluso peor que la primera.

Lo que más preocupa es que no aprendemos de lo recientemente vivido. Así como ocurrió con la salud, los gobiernos de la región tampoco están tomando las decisiones correctas para enfrentar una inevitable crisis económica y social que podría terminar en inestabilidad política.

Muchos gobiernos creyeron encontrar en la pandemia la excusa perfecta para afianzarse en el poder e incrementar su control sobre la población. Lo que pareciera que pocos comprenden es que la grave crisis producto del Covid-19 podría ser un buen momento para construir un mejor futuro para los países.

Lo que vivimos es sin duda una gran amenaza a nuestras débiles democracias y frágiles Repúblicas, sin embargo, podría también ser una oportunidad si sabemos aprovechar los aprendizajes que nos deja.

No hay secretos y la receta es simple. La única manera de superar esta difícil etapa y construir un mejor destino es con más libertades, menos controles, mejores instituciones, mayor transparencia, amplio conocimiento y las más modernas tecnologías.

Jaime Durán Barba, el conocido consultor político ecuatoriano, profundiza sobre este último aspecto en su artículo del fin de semana, en el que afirma que “durante los meses de la pandemia se produjeron más conocimientos técnicos y científicos que en toda la historia de la humanidad en todos los campos del conocimiento. Avanza aceleradamente la instauración de la cuarta revolución industrial que transformará la realidad y el mercado laboral en un mundo globalizado. Desaparecerán la mayor parte de las ocupaciones que existen, los jóvenes que hoy ingresan a la escuela trabajarán en cosas que ni siquiera podemos imaginar, tendrán que competir con personas de todo el mundo que ofrecerán sus servicios a través de distintas plataformas. En los países que protagonizan esta revolución, el próximo año se va a disparar la produccion de riqueza. También se desatarán contradicciones de todo tipo, muchas de ellas también inéditas.”

La pandemia no generó nada nuevo, simplemente aceleró procesos de cambio que ya se estaban dando. Es por eso que tanto gobiernos, empresas y sociedades tenemos que adaptarnos al nuevo mundo a la brevedad para así sacarle el mayor provecho.

Ahora es el momento de preguntarnos cómo pasamos de la nueva normalidad que nos hemos visto obligados a enfrentar a una mejor normalidad que supere a la que ya nos habíamos acostumbrado a vivir.

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