Derecha e izquierda. Por: Jaime Restrepo - El Patriota.

Jaime Restrepo El patriota-Columnista- elBogotano

El problema que concita la elucubración sobre la vigencia, legitimidad y legitimación de las ideologías políticas, se cierne sobre los pilares de la desestabilización y crisis del modelo democrático, del Estado nación, del contrato social, de la representación y de la participación política.

La democracia de estirpe liberal se ha desnaturalizado, en un constructo político eminentemente individualista, que cada vez ofrece menos satisfacción al interés general de las mayorías, de lo colectivo y de lo social. Este método político, actualmente poco aporta a la cohesión e identidad nacional, pero suma, ayuda y multiplica en favor del proyecto homogeneizador del globalismo.   

La crisis en la representación y en la participación política, actualmente advierte una gran escisión y distancia entre los ciudadanos y sus representantes políticos, quienes consuetudinariamente han defraudado la confianza, que en ellos ha depositado la ciudadanía en las urnas, por la corrupción rampante, por la falta de coherencia entre sus propuestas políticas de campaña y su ejecución, además por su incapacidad de resolver los problemas más apremiantes de la sociedad; hechos que motivan la incredulidad, el abstencionismo y el desaliento de la ciudadanía. 

La columna vertebral de la crisis, se traduce en la gran falencia de la comunidad política en materia de identidad, de valores comunes, de ideales; que sirvan como carta de navegación, para la integración social y su crecimiento equilibrado. Ese desconocimiento ideológico y dogmático, se convierte en tierra fértil, para que hábiles tecnócratas y mercaderes de la política, capitalicen la ignorancia política del electorado, carente de visión política y de rumbo.

¿Por qué movimientos políticos con posiciones intermedias, de “centro” y algunos líderes políticos insisten, en que la discusión entre derechas e izquierdas es bizantina y anacrónica? Esta negación frente al desconocimiento doctrinario de sus electores, les ofrece un mayor espectro de movilidad política y programática, sin cantados arraigos ideológicos. Pretenden entonces la unión, en torno a la presunta solución de problemas, sin importar las posiciones ideológicas o doctrinarias de sus áulicos.

Esto a primera vista, puede interpretarse como una solución política práctica y salomónica, que evade el binomio antitético derecha e izquierda, pero, una vez analizado el sustrato axiológico, del amplio espectro diferencial de criterios entre la derecha y la izquierda, esa posición negacionista o de solapada integración, se vuelve problemática por la implicación e impacto de políticas, sin una aparente base ideológica.     

Para entrar en materia, sobre la concepción axiológica de este binomio antagónico, es pertinente definir, que las ideologías, son un conjunto de constructos intelectuales, de creencias, posiciones y formas de pensar, que ofrecen a sus adeptos posibilidades y respuestas frente a sus anhelos de bienestar y de paz; más no se trata de axiomas o de verdades absolutas.    

También, es fundamental como corolario, atestar que en el binomio antitético, derecha e izquierda, se presenta una amalgama de valores que no son relativos, pero, que se mueven y ostentan variaciones en el decurso de la historia y de cada sustrato político ideológico en particular. Verbo y gracia; en materia temporal, no son idénticos los valores y objetivos defendidos por la izquierda jacobina de la revolución francesa del siglo XVIII, a los valores y objetivos de la izquierda marxista del siglo XX o los de la izquierda progresista del siglo XXI. 

Tampoco se puede medir con el mismo rasero, a la derecha conservadora, con la derecha fascista o a la izquierda social demócrata, con la izquierda comunista. Claro está, que las diferentes variantes de la derecha deben conservar muchos hitos, ideas fuertes, o lugares comunes, pero, con metodologías o finalidades diferentes; de igual manera se puede colegir, para las variantes de la izquierda.

Como hechos incontrastables, previos al desarrollo de la sustancia ideológica, brota espontáneamente la verdad, que vicios politiqueros heredados desde la colonia, como la burocracia, el nepotismo, el clientelismo, el enchufismo y el amiguismo; no han sido ajenos a ninguna de las ideologías o partidos políticos existentes, durante doscientos años de historia republicana. Con meridiana clarividencia podemos decir, que en esas materias, no hay quien tire la primera piedra.    

La justificación teórica de este binomio doctrinario, base de la polarización, nos sumerge en un duelo de ideas fuertes, que tienen implicaciones directas, según sus métodos, en los resultados, así muchas veces estos programas contrapuestos coincidan en sus objetivos, como por ejemplo: la paz o el bienestar colectivo. Luego entonces, no es lo mismo pretender la paz por vía de la autoridad y la justicia, que una paz pretendida mediante mecanismos de impunidad; tampoco es igual, el resultado de políticas, que pretenden paliar la pobreza, mediante la generación de empleos y de proyectos productivos; que aquellas políticas igualitaristas que propugnan, para disminuir la brecha económica y social, subsidios generalizados (renta básica universal) propios del Estado benefactor. Objetivos iguales, con métodos y resultados socioeconómicos diferentes.  

Son muchas las personas, que manifiestan su etiqueta política de derecha o de izquierda, pero, no tienen idea donde están parados, máxime si pertenecen a los partidos políticos tradicionales, cuya ideología política, se redujo a la costumbre de repartirse los cargos y los recursos del erario. Considerando esta verdad insoslayable, para los albores del siglo XXI, me permitiré entrar en algunos tópicos para la justificación teórica del binomio contradictor, que no tienen la pretensión de ilustrarse como apodícticos, ni mucho menos. Esto, para el autoanálisis político del lector. 

No es menester en este artículo, detenerme en los orígenes de la díada antitética derecha e izquierda, más bien, incursionaré de manera muy concisa y general, en el arquetipo, en el crisol axiológico y en algunos métodos, que sirven de faro y guía, para estas ideologías antagónicas.   

El choque de dos formas de pensar irreconciliables, diferentes, contradictorias y antagónicas se pueden justificar teóricamente en sus constructos fuertes y en su metodología. Así: 

La izquierda se caracteriza en su metodología revolucionaria, que promueve el individualismo salido de control, la balcanización y atomización de la identidad nacional; y en su pretensión homogeneizadora, para aplanar la estructura social. La izquierda propugna desde sus cimientos igualitaristas, por subvertir el orden establecido en la tradición, mediante estratagemas que combinan todas las formas de lucha, para el menoscabo de la institución de la familia natural, de la autoridad y de la justicia, proporcional y retributiva.

La izquierda ostenta un discurso cacofónico de defensa por la vida, mientras promueve e implementa el aborto masivo y sistemático contra la existencia de los no nacidos. La izquierda predica el igualitarismo social, empoderando a las minorías étnicas, consumidoras de estupefacientes, feministas, no heterosexuales, pedófilos, con la imposición dictatorial de sus diferencias a las mayorías, más allá del respeto.    

La nivelación total de la diferencia, de la esencia doctrinaria de la izquierda en Latinoamérica, se materializa en la práctica política, en beneficios para su grupo de élite, en menoscabo del interés general.  

La izquierda es prolija en la defensa y promoción de derechos para los individuos, pero, adolece de concepción frente a los deberes y obligaciones en favor del bienestar colectivo. La igualdad artificial liderada por la izquierda, para la defensa del más débil, se convierte en prácticas de asimetría económica y judicial, para beneficiar a su grupo hegemónico de poder y en consecuencia castigar a su contradictor. Igualdad ante la ley, como un sofisma de distracción.

La emancipación del individuo hacia el pensamiento único, socava el espíritu de la democracia de las mayorías; y cercena la autoridad política y el poder del Estado nación.  La piedra de toque de esta doctrina, privilegia los valores materiales sobre los espirituales, con métodos de deconstrucción histórica y transformación cultural.   

El Estado de bienestar y de solidaridad, que propone la izquierda con base en subsidios generalizados y rentas universales, crea ciudadanos dependientes e inútiles, parásitos sociales.  La búsqueda de la libertad individual sobre el interés colectivo, produce una fractura del contrato social, en donde el Estado deja de cumplir con sus propósitos de bienestar y paz general.  

La derecha, por el contrario, se comprende desde la contrarrevolución, desde el respeto y la defensa de la tradición, de los valores que fueron construidos y arraigados por nuestros antepasados.  Autores como De Maistre, Donoso Cortés, Bonald, Burke y Carl Schmitt, ilustran con suficiencia los mojones doctrinarios de la derecha.   

La derecha contemporánea no defiende ni promueve exactamente los mismos postulados pro monarquistas del siglo XVIII y de principios del siglo XIX, ni pretende la instauración de un Estado confesional direccionado por el cristianismo, así sus valores fuertes estén oxigenados por los principios del teocentrismo.

La derecha amalgama un compilado de constructos ideológicos que marcan su esencia inconfundible, dentro de los cuales hay que relievar, el orden, la autoridad, la justicia, la propiedad privada, los derechos individuales imbricados desde la doctrina de los deberes, las obligaciones y las responsabilidades sociales. Las libertades de empresa y de comercio, reguladas para el interés general, la preeminencia de lo social sobre la dictadura del individualismo, el respeto del orden social y de las jerarquías, la imposición y el reconocimiento de la autoridad como base estructural del orden y la organización social. 

La seguridad perdida, está construida sobre los pilares de la autosuficiencia del individualismo, en donde el concierto de libertades sin restricciones, ha minado las raíces del orden social, del contrato social y del Estado nación. En consecuencia deductiva, el hombre de la derecha, es aquel que se identifica y se hace responsable con su sociedad, nación y con su patria, más allá de sí mismo. 

Libertad con derechos, solo se puede entender desde la derecha, en una íntima relación con los deberes, responsabilidades, restricciones y obligaciones para preservar el interés general y el orden social.   

El estado crepuscular de la derecha, es una utopía de izquierdas y centristas, para capitalizar los bastiones ideológicos y electorales de la derecha doctrinaria, que está más vigente que nunca, pero desgraciadamente reclutada, cooptada y al servicio de un proyecto político neoliberal de posiciones a veces intermedias, que se autoproclama de centro.

El lema nacional de nuestro país, inscrito en la cinta de nuestro escudo patrio, alberga la sustancia axiológica de nuestro actual infortunio: “Libertad y Orden”, en un país prolijo en libertades, cuyo orden ha brillado por su ausencia durante sus 200 años de historia republicana. 

Así los hábiles tecnócratas de la política insistan en negarlo, la piedra angular, el alfa y el omega, el principio y el fin, de cualquier proyecto político, es la ideología política, toda vez que sus raíces, bases y cimientos, son los que sirven como carta de navegación para el rumbo y fin de los objetivos que impactan positiva o negativamente a las sociedades. 

Sólo me queda por decir, que quien no sabe para dónde va, ¡Ya llegó!

ADENDUM:

El Moderado:

“El moderado se perfila siempre como centinela del orden. Quiere parecer más humano. Cedió ayer para que no hubiera conflicto; cede hoy por idéntica causa y por la misma cederá mañana. El comunista lo lleva del ronzal hacia el abismo y él le sigue feliz, convencido de que va por las buenas, sin incidentes, en ameno coloquio con su palafrenero. El comunista comprende que el moderado, no podrá hacer en la orilla del vórtice lo que no supo al principio de la pendiente. El comunista apresura el paso y su alegría sí es motivada, porque sabe que el cautivo no se le escapará. El moderado en cualquiera de sus matices, está siempre más cercano de su vecino de la izquierda que de su vecino de la derecha.”  Laureano Gómez, 7 de diciembre de 1938.

Comenrarios de: “Derecha e izquierda. Por: Jaime Restrepo - El Patriota.

  1. De izquierda a derecha y de arriba hacia abajo estoy 100% de acuerdo con lo escrito. Aprendí con su escrito y me identifico plenamente con su modelo de pensamiento. Gracias

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