De la paz total y otros demonios. Por: Jorge Luis Díaz

La bandera más importante de este gobierno es la llamada “Paz Total” que resulta ser muy parecida pero mucho más peligrosa que la “Paz estable y duradera” implementada por Santos. A muchos les puede sonar excelente pues ¿Qué tipo de persona se opondría a la paz en un país golpeado por la violencia durante más de 50 años? Sin embargo, a otros nos preocupa porque sabemos que ambos son nombres muy bonitos para ocultar lo que en realidad significan: amnistía e indulto para criminales de lesa humanidad e incluso para criminales comunes y narcotraficantes.

En realidad, la “Paz Total” es el mecanismo por el que se cumplirá uno de los compromisos adquiridos más importantes de este gobierno para llegar al poder, El Pacto de la Picota. Un escándalo que se esforzaron mucho en ocultar y desmentir, hasta el punto de decir que era un entrampamiento del uribismo y los medios. Hoy sabemos que es toda una realidad con el nombramiento como Comisionado de paz de Danilo Rueda, quien acompañaba al hermano del presidente en sus visitas a las cárceles y además es hermano de la esposa de Ivan Cepeda, gran experto en visitar “presos políticos”. Al parecer, el comisionado inició sus labores antes de ser designado. ¡Qué compromiso!

Teniendo en cuenta los beneficios que se les dieron a las Farc ya sabemos qué esperar de los diálogos recientemente anunciados con el ELN:  un manto de impunidad cubierto por las supuestas “penas alternativas”, de las cuales no se ha visto la primera en seis años.  Esto acompañado de la invisibilización de las víctimas y la total violación a los principios de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición; sin contar la manipulación de las instituciones a favor de los victimarios y en contra de los agentes del Estado. Pronto veremos el surgimiento de un nuevo partido político y la llegada de alias Gabino, alias Antonio García, alias Pablito, entre otros  al Congreso de la República. Todos con circular de Interpol o solicitud de extradición por llevar a sus espaldas centenares de muertes.

Falta ver cuáles serán las estrategias para cumplirle con el “perdón social” a los presos, entre ellos corruptos, parapolíticos y narcotraficantes, a quienes al parecer se les prometió rebaja del 20% de las penas e incluso la redención de condenas, según lo dicho por el mismo Marquitos Figueroa.  Lo que sí se sabe es que la bancada de las Farc ya se está encargando de ayudar con el asunto, pues recientemente han radicado en el Senado el proyecto de ley 057 de 2022 que pretende: la excarcelación masiva de todos quienes tengan medida de aseguramiento superior a un año, eliminar el criterio de ser un peligro para la sociedad y extiende los subrogados penales para: el concierto para delinquir, la extorsión, el testaferrato, el tráfico de armas, la rebelión, el desplazamiento forzado, la usurpación de inmuebles, el contrabando agravado, la producción de minas antipersonales y el soborno transnacional entre otros. Un asunto que parece de no creer y que solo le es útil a los peores criminales del País.

Más de treinta negociaciones de paz se han intentado hacer en Colombia y no han terminado en más que en impunidad e incentivos para delinquir a cambio de beneficios. Muy bonitos suenan los términos paz estable y duradera, paz total y perdón social, lo que no es tan bonito es como por medio de estos se le ha venido entregando la institucionalidad a la criminalidad.

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