¿Y ahora qué? Por: Juan Pablo Amaya

El domingo pasado vimos uno de los mejores partidos de la historia del fútbol. Lo mejor, es que era la final de la Copa del Mundo. Lo peor, es que probablemente tengamos que esperar más de 3 años, para ver un espectáculo de selecciones similar. Argentina y Francia protagonizaron un espectáculo futbolístico de altísimo nivel que tuvo de todo: buen juego, emoción e incertidumbre hasta el final.

En efecto, será recordada como una final épica, seguramente la mejor en la historia y también como el partido que le puso fin al primer mundial jugado en el invierno del norte global, al último mundial con 32 equipos, al más caro hasta el momento, al más corto en la historia – se jugó en 29 días –, al que permitió la aparición del fuera de juego semiautomático, al que contó, por primera vez, con la participación de arbitraje femenino y al primer mundial en el mundo árabe. Aunque empezó mal, por las imágenes virales de hinchas cataríes disfrazados de hinchas de otras selecciones, el bajo nivel de algunas selecciones – sobre todo de la local – y por las dudosas condiciones en que se dio la elección de Qatar como anfitrión, fueron muchos los partidos que hicieron vibrar a los fanáticos de este maravilloso deporte. Es por lo que, muchos nos preguntamos ¿Y ahora qué? ¿Se supone que tenemos que seguir como si nada hubiera pasado? ¿Tenemos que volver a nuestra rutina diaria y esperar 3 años y medio para volver a ver fútbol de este nivel? ¿El incomprendido fútbol colombiano será suficiente para calmar el hambre de buen fútbol que nos queda?

Jorge Valdano, campeón mundial con Argentina en el 86 y extraordinario comunicador, declaró recientemente sobre la importancia que tiene reinventarse dentro del juego y aplicar un plan B, en caso tal de que el plan A no funcione, o las circunstancias externas te obliguen a cambiar. Por ejemplo, menciona que esto ya lo hizo Messi, quien empezó jugando de extremo derecho, pasó a ser falso nueve y ahora juega de armador; también lo hizo Países Bajos, quien históricamente se presentaba al mundo como el equipo del fútbol total, de la posesión y del juego de posición, pero ahora con Van Gaal a la cabeza, terminó jugando a las transiciones y con dos torres en el área que le complicaron la vida a Argentina, llevándolo a jugar un tiempo suplementario en los cuartos de final.

Y es que, en la vida, como en el fútbol, los tiempos cambian y la capacidad de adaptación al cambio es lo que les permite a las personas triunfar. En este orden de ideas, los futboleros tendremos que adaptarnos a este tiempo sin mundial, sin fútbol de selecciones y empezar a rezar las novenas, a comprar los regalos navideños que no se habían comprado y a cumplir con las obligaciones laborales o académicas, esto ya, sin tener que acudir a “citas médicas” entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde hora colombiana, momento en el que normalmente terminaba la jornada mundialista.

Pero para que la espera hasta el próximo mundial no se haga tan larga y tediosa, necesitamos consumir un producto nacional de calidad que se adapte a las nuevas realidades de audiencia y espectáculo. En otras palabras, necesitamos que el fútbol colombiano mejore y le entregue al consumidor, hincha, televidente, etc., un campeonato serio, que premie a los mejores, que sea agradable a la vista y que se convierta en un negocio sostenible que le represente ganancias equitativas a quienes hacen parte de él, con el fin de tener un campeonato mucho más competitivo que permita la profesionalización de talentos diversos, jóvenes, para que se traduzca en la conformación de una selección Colombia renovada, que ponga una al país y lo haga vibrar de nuevo,  tal y como ocurrió en el periodo en que José Pékerman dirigió el combinado nacional.

Ahora entonces, a los futboleros nos toca ejercer presión para que nuestro fútbol se desarrolle mucho más, necesitamos saber venderlo para que los ingresos por los derechos de televisión aumenten, y representen para los equipos una fuente de ingresos considerable que les permita una planeación a largo plazo. En síntesis, requerimos que el fútbol colombiano se adapte a las nuevas realidades, a las nuevas tecnologías, a las nuevas audiencias, a los nuevos mercados para volver a estar en la posición de privilegio en la que ya ha sabido estar.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *