Lo grande que es delegar. Por: Santiago Bonivento

Santiago Bonivento

Dice Santa Rosa: lo grande que es perdonar. En alusión a ello, me inclino por referir: lo grande que es delegar. Es, en el mundo empresarial actual, una verdadera virtud y habilidad. Se convierte en una de las mejores estrategias para poder liderar.

Liderar en el siglo XXI se ha convertido en un verbo que trasciende el simple hecho de impartir directrices. Por el contrario o - mejor - sumado a ello, el líder actual requiere una serie de habilidades que lo distingan y le impartan una impronta propia. Y, dentro de ellas, una que condensa grandeza por la emancipación de confianza que trae consigo: la delegación.

Delegar nunca ha sido fácil y, de hecho, no tiene porqué serlo. Es, por esencia, un acto de confianza en quien asume la tarea delegada. Para la RAE, delegar se traduce en encomendar el ejercicio de competencias a otro órgano u otra persona o entidad[1]. Para el caso que acá compete, más que el encomendar determinada actividad, ejercicio de competencias o tareas, complementaría aduciendo que es soltar para que los demás puedan exponerse a aprender. Si algo tiene la delegación en quien recibe la batuta es, precisamente, la posibilidad de hacer y, con ello, de equivocarse.

Lo grande de delegar se traduce en doble vía: por un lado, para el delegante, quien edifica el rol de ser un líder con su equipo y ve en ellos la suficiente madurez y responsabilidad para, sin dejarles solos, asumir retos cada vez mayores, cada vez más grandes. Por el otro, para el delegado, quien - muchas veces en ese ensayo y error del que previamente se hacía referencia - logra, en el ejercicio de acometer la tarea delegada - construir su propio rumbo, aprender de las equivocaciones y, sobretodo, comenzar a forjar su mismo carácter de, en unos años, potencial delegante.

Es lo valioso de la vida y del liderazgo en sí: es cíclico. Un día se es delegante y, al otro, delegado. Y así sucesiva, constante y recurrentemente. La delegación es capaz de sacar lo mejor que el hombre tiene porque, por definición, implica transmitir la confianza de que, a quien se delega, es capaz de proceder con la responsabilidad. Es un acto puro y duro de crecimiento.

En mi caso particular, agradezco - a mis veintiséis años recién cumplidos - haber tenido - y tener - compañeros y superiores que me han enseñado, con su ejemplo, las bondades que tiene delegar. Pero, sobre todo, las muestras necesarias para, en un futuro que aspiro no sea muy lejano y en este mundo cíclico en el cual tenemos la fortuna de vivir, ser agente delegante constante.

Iniciaba el presente texto con la icónica frase de la canción de Gilberto Santa Rosa. En su respaldo, diría que no solamente es grande perdonar sino, también, y de manera exponencial, delegar. Allí está - hoy por hoy - la clave del líder exitoso que divisa en su equipo, la suficiencia necesaria para hacer. Y, reitero, no es fácil. Pero, ¿quién dijo que debía serlo?


[1] Real Academia de la Lengua Española. Recuperado de Definición de delegar - Diccionario panhispánico del español jurídico - RAE

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