Improvisación histórica. Por: Jairo Zapata Cortázar

Cada vez resulta más evidente la falta de cohesión en el gabinete presidencial. Gustavo Petro no ha podido lograr acuerdos dentro de las distintas carteras que día tras día se contradicen en el plan de acción del Gobierno Nacional. Las sospechas de una desconexión interna de los ministerios se convierten en realidad cuando Belizza Janet Ruiz, viceministra de Minas y Energía, anuncia hace unos días la pausa de la exploración y explotación de hidrocarburos en el país como una decisión inequívoca e irrevocable. Si bien estas declaraciones causaron un estruendo nacional, el mismo gobierno Petro en cabeza del ministro Ocampo salió a desmentir a la funcionaria, formando así la maraña ministerial.

El anuncio del ministro Ocampo no tardó mucho, más bien fue veloz al identificar los riesgos que estas declaraciones traerían a la mesa. A José Antonio Ocampo se le pueden reprochar muchas cosas, sin embargo, se ha ganado el premio a la sensatez dentro de un gobierno que no para de prometer imposibles. No obstante, salió la cabeza del Ministerio de Minas y Energía a devolverle el golpe a quien se atrevió a poner en tela de juicio a su viceministra. Irene Vélez con su característica confusión e inexperiencia en la cartera, planteo la pelea que hoy en día hace evidente la falta de comunicación entre el presidente Petro y sus ministros, pues parece que cada uno va por su lado sin entender que en muchas decisiones dependen de todos.

Sin esperar a que las aguas se calmaran, nació una nueva polémica dentro del selecto grupo de pensadores del gabinete presidencial. Todo comienza cuando Fedegan en cabeza de José Félix Lafaurie acepta firmar un acuerdo de compra de tierras con el Ministerio de Agricultura, sin entrar en las minucias del asunto, se acordó la compra de tres millones de hectáreas que serán pagadas con Títulos de Deuda Pública (TES), medio de pago escogido exclusivamente por el señor Petro. A pesar de todo esto, vuelve a escena nuestro siempre prudente ministro de Hacienda, dejando claro que esas tierras no se pueden pagar con TES pues desde el Ministerio no está autorizado.

Las alarmas de un boicot en el Pacto Histórico no se hicieron esperar, a su máximo líder lo están cuestionando desde adentro. La reacción de Petro fue como siempre enigmática, tiró al aire una frase en medio de su discurso en el Cauca en donde habla de un enemigo interno como el principal rival del Gobierno. Petro asegura en declaraciones posteriores que no hacía referencia a Ocampo, pero se le olvida que en el mismo discurso habla explícitamente sobre la situación que tiene su acuerdo de compra en jaque, pues Petro declara: “Entonces proponemos la reforma agraria y alguien dice no, no se pueden comprar las tierras; y entonces entre la discusión pasan dos meses, cuatro meses, ocho meses, un año, y se nos fue el tiempo”; como quien dice: Ministro, no se meta.

La improvisación de este Gobierno es histórica, de estas situaciones y de otras anteriores se puede concluir claramente la carencia de comunicación dentro del gabinete, más bien lo que existe es un aislamiento total de un ministerio con otro. Me atrevo a pensar que incluso el presidente no ha sido capaz de transmitir él mismo sus ideas concretas a cada cartera, porque no es posible tener tantas salidas en falso en dos meses y medio de gobierno. Los ministros parecen jurar que viven en su propio mundo y que sus decisiones son palabra divina, como si no dependieran de nada ni le tuvieran que responder a nadie, sobretodo aquellos que por primera vez ostentan el cargo.

Si a este Gobierno le interesa tener un debate de país serio, es mejor que empiecen a organizarse desde adentro y darle forma a un gabinete sin riendas. Este Pacto Histórico se formó en la palabra y en la promesa, en ser el supuesto cambio que necesita Colombia, pero de eso no ha habido nada. Muchos se rasgarán las vestiduras para defender el circo que hoy nos gobierna, otros para enaltecer el que nos gobernó en el pasado, a ellos y a todos en general, les pido que dejemos la colombianada de esperar a que cada presidente que llega tenga que calentar su silla para empezar a trabajar, así no habrá ningún cambio. El que llega no puede improvisar en la marcha, tiene que empezar a actuar.

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