Fútbol y capitalismo salvaje. Por: Camilo Bettin Torres

Como un hincha fervoroso del Chelsea Football Club, que vive en la constante agonía de no haber logrado visitar Stamford Bridge, me di cuenta en las pasadas semanas que la pasión de millones de personas en el planeta tierra no pasa más allá de ser un negocio y unos numeritos en los que todos nosotros imprimimos nuestros más profundos sentimientos.
Hace poco el glorioso Chelsea fue adquirido por Todd Boehly, magnate norteamericano propietario de muchos equipos en distintas disciplinas deportivas, dentro de los que se cuentan Los Angeles Dodgers y otros. Hasta ahí la historia es normal. No obstante, un carismático alemán de 49 años quien fungía como director técnico del equipo, fue despedido intempestivamente tras una serie de resultados relativamente malos, y esa palabra “relativa” es de gran importancia ya que el equipo venía de ser campeón de la Champions League en el año 2021, de la mano de Thomas Tuchel – el carismático alemán de 49 años.
Evidentemente la mencionada despedida causó una enorme conmoción al interior de la fanaticada del equipo a nivel mundial y en general, recayó en el análisis de los innumerables paneles deportivos que existen hoy por hoy. Se manejaron diferentes versiones, rumores, confabulaciones y muchas otras, pero en general, la versión que prevaleció fueron las diferencias en las relaciones entre el Director Técnico y el nuevo propietario del equipo.
Para hacer mas corta la historia, el magnate y su grupo empresarial no encontraban en Tuchel un sujeto de confianza, ya que se rehuía a la inclusión de la analítica de datos en los fichajes del equipo e indebidos seen en la aplicación de Whatsapp. ¡Hágame el favor! Un tipo que ganó la Champions con simples 5 meses de trabajo fue expulsado del equipo por un par de empates y no contestar Whatsapp.
La anterior situación derivó en un gran malestar para un alto porcentaje de la fanaticada, en especial en aquellos que tienen la fortuna de seguir al equipo desde los anaqueles de la historia, en los cuales el equipo hacía su mejor temporada para sencillamente participar en la Champions League o su símil de la época. En lo personal, me llevó a hacerme la pregunta: ¿Qué le pasa a estos tipos?, ¿Será que no entienden?
¡Y sí! Efectivamente creo que no lo comprenden, porque la lógica del deporte más seguido a nivel mundial ha estado (afortunadamente desde mi perspectiva) desnaturalizada de la lógica mercantilista estadounidense, sencillamente no es del génesis de estos y tampoco de sus deportes. El fútbol no es mecánico, es emocional, se mide por tiempo, existe el empate, es subjetivo, y en general tiene muchas formas, tal vez es eso lo que lo hace el más bello e interesante de todos los deportes.
Empero de lo anterior, vemos como continuamente los grandes capitales estadounidenses han ido ingresando lentamente en muchos de los equipos más grandes del mundo del fútbol. El Manchester United, Arsenal, Liverpool, ahora el Chelsea y muchos otros han visto como ingresan muchos billetes verdes por la puerta de entrada. Y la razón no es otra que esa, los billetes verdes.
El fútbol es un deporte tan mágico que mueve millones de personas, no en vano, ¡la final del mundial es el evento con más televidentes en la historia! (Sí, así es, no es el Superbowl, la final del mundial lo cuadruplica). Es por esto mismo que los grandes emporios de la humanidad no podían quedarse por fuera de la repartición de la gran torta que es este deporte. Ya tuvieron un mundial, el cual se jugó en estadios destinados para otras disciplinas deportivas, van por el segundo (2026), y ya veremos que tal es.
Sin embargo, hasta donde podrá esta lógica comercial no afectar la esencia del futbol en si mismo, y tal vez, solo tal vez, afectar que sea el negocio tan redondo que es hoy en día. Con total desconocimiento de las mecánicas comerciales, considero que si afectamos los métodos y prácticas que han sido usadas por décadas en el espectáculo, se afecta en gran medida su atractivo para el fanático, quien a fin de cuentas es el consumidor final. Sin hinchas no hay negocio.
Una cosa es que un equipo sea el juguete de un príncipe árabe multimillonario y este le inyecte capital desaforadamente, pero otra cosa es querer que uno de los técnicos mas famosos del mundo ponga jugadores porque lo dice un Excel, esa no es la lógica que se usa en este mágico mundo del fútbol.
Así que, desde un pensamiento afectado por un hincha dolido, no dejemos desnaturalizar el fútbol. Porque se llama Football, no soccer, así de simple es.