El informe. Por: Miguel Velarde

En Venezuela se padecen los peores tormentos que un ser humano puede enfrentar. Desde la hiperinflación más alta del planeta que produce una profunda miseria, pasando por la escasez de medicinas y alimentos que se traduce en enfermedad y muerte, hasta los niveles de inseguridad más altos del mundo con más de 25.000 homicidios por año.

Pero los venezolanos no solo confrontan a diario la hostilidad de su realidad, sino también la persecución del régimen que los gobierna. En el país no existe ningún tipo de libertad, ni siquiera de pensamiento. Y para quien se le ocurra desafiar estos límites, las consecuencias pueden ser tremendas.

Así lo confirma el informe publicado la semana pasada por la Misión Internacional encargado por la Organización de las Naciones Unidas, que afirma que existe suficiente información “que demuestra que las autoridades del Estado -tanto a nivel presidencial como ministerial- ejercían poder y supervisión sobre las fuerzas de seguridad civiles y militares, y las agencias identificadas como autoras de las violaciones y crímenes documentados”.

Según el documento de 443 páginas, los crímenes que la Misión investigó son 16 casos de operaciones policiales, militares o conjuntas que dieron lugar a 53 ejecuciones extrajudiciales. También examinó 2.552 incidentes adicionales en los que se produjeron 5.094 muertes por las fuerzas de seguridad. En pocas palabras, el informe encargado por la ONU acusa al régimen chavista de crímenes de lesa humanidad.

A largo plazo y debido a la gravedad de las acusaciones, el informe podría tener consecuencias importantes para los autores de los delitos. De acuerdo con el derecho internacional, cualquier tribunal en el mundo podría iniciar investigaciones y enjuiciamientos en contra de estas personas, incluso si se encuentran en otro país y si el delito se cometió en el extranjero. El caso Pinochet en el año 1998 es un precedente conocido en relación al derecho internacional sobre Derechos Humanos.

Sin embargo, el largo plazo es un lujo impensable para millones de venezolanos que luchan por llegar al final del día. Además, en pleno año 2020, también es inconcebible que lo máximo que pueda hacer el mundo ante una tragedia tan evidente como la que ocurre en Venezuela sean “condenas” e “informes” que en nada cambian la realidad.

Hoy a los venezolanos les falta todo… principalmente tiempo. Es por eso que no deja de ser contradictorio que mientra el mundo es testigo de informes como el de la ONU que relatan crudamente la realidad venezolana, en el país un sector que pretende ser “opositor” trabaje arduamente para ser cómplice de unas fraudulentas elecciones parlamentarias que lo único que buscan es legitimar al régimen chavista.

No podemos culpar a la comunidad internacional por su confusión ante los mensajes contradictorios que reciben desde Venezuela. Es inevitable que estos terminen en contradicción y parálisis. Por eso, para avanzar, es fundamental que los venezolanos se organicen alrededor del liderazgo político que no desvíe su foco en lo que debe ser su único objetivo: la libertad de Venezuela.

Después de muchos años en los que muchos se negaron a creer lo que ocurría en el país, hoy finalmente el mundo parece haber abierto los ojos ante la catástrofe humanitaria venezolana.

Este era un paso indispensable, pero está lejos de ser suficiente. Es hora de que el mundo comprenda que necesita hacer más para ayudar a que en Venezuela exista una transición que termine con el martirio de más de 30 millones de venezolanos y para que también deje de ser una amezana para la paz y la estabilidad del continente.

Razones sobran. Basta con leer el informe.

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