La culpa no es (solo) de la pandemia: Por Miguel Velarde

Miguel Velarde

La falta de libertades económicas, inversión extranjera y generación de confianza es común denominador hoy en la región

El último informe de perspectivas económicas mundiales (WEO, por sus siglas en inglés) del Fondo Monetario Internacional (FMI), presentado al público la semana pasada, trae una buena y una mala noticia para la región. 

La buena es que el Producto Interno Bruto (PIB) de Latinoamérica y el Caribe crecerá, en promedio, un 6,3% este año, lo cual supone medio punto más de lo pronosticado por el mismo organismo multilateral en julio.

La mala es que el pronóstico de crecimiento para el próximo año rebajó dos décimas y la recuperación de la economía regional se desacelerará más rápido de lo esperado. Uno de los principales motivos para que esto ocurra, siempre según el informe del FMI, serían las dificultades que están experimentando los países en desarrollo para vacunar a su población contra el Covid-19.  

Los números para el 2021 son alentadores: las dos economías más grandes de la región, Brasil y México, crecerán 5,2% y 6,2% respectivamente. Otros países también tendrán importantes crecimientos este año, como Perú, 10%, y Chile, 11%.  Sin embargo, todos presentan escenarios menos optimistas y pronósticos más moderados de cara al 2022: Brasil 1,5%, México 4%, Perú 4,6% y Chile 2,5%. 

Es por eso que los números que observamos este año no deben confundirnos ni crearnos falsas expectativas. Es muy posible que estemos ante lo que quienes analizan el mercado llaman “rebote del gato muerto”. Es decir, que ante las estrepitosas caídas sufridas por todas las naciones en 2020 debido a la pandemia y a las exageradas cuarentenas, lo que estemos observando este año sean niveles de recuperación que no sean sostenibles en el tiempo y, por el contrario, que pronto nos enfrentemos a nuevos retrocesos en nuestras economías. 

Un dato que preocupa en este sentido es el proveniente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo según el cual América Latina y el Caribe, junto con el sur de Asia, se encuentran entre las regiones donde la reducción en horas de trabajo en 2020 fueron particularmente grandes. 

Otro dato inquietante, analizado incluso en el mismo informe del FMI, es el de la inflación. Según este trabajo, “la recuperación económica ha estimulado una rápida aceleración de la inflación este año en las economías avanzadas y de mercados emergentes, producto de una demanda sólida, la escasez de oferta y el rápido aumento de los precios de las materias primas. La inflación continuará en aumento en los próximos meses para luego volver a los niveles previos a la pandemia hacia mediados de 2022, si bien persisten los riesgos de una aceleración.” La inflación es uno de los más peligrosos venenos para cualquier economía y el peor “impuesto” para los más pobres. Lo sabemos en la región. 

Y si bien ahora algunos gobiernos pretenden culpar de todos nuestros males a la pandemia, en realidad ésta solo profundizó lo que desde hace mucho tiempo padecemos.

Nuestros países llevan algunos años con un panorama muy complejo por delante y ahora éste solo se complicó aún más. Sin embargo, aunque ya estamos transitando el final de la de Covid-19, la peor de las pandemias, la económica, aún persiste.  

La falta de libertades, inversión extranjera y generación de confianza es común denominador hoy en la región, salvo honrosas excepciones como Uruguay, Paraguay, Brasil y Chile. La explosiva mezcla de medidas populistas, cortoplacistas y socialistas de varios de los otros países, que inevitablemente se traducen en desempleo, inflación, pérdida del valor de nuestras monedas y de nuestros salarios, es la verdadera causa de los problemas económicos. 

Y nadie debe dudar que la culpa de esta difícil panorama que hoy enfrentamos no es (solo) de la pandemia.

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