Larga vida a Rock al Parque: Por Martín Jaramillo Ortega

Vuelve el festival que abrió el camino a lo que son hoy los conciertos en Colombia

Esta semana empezó con el pie derecho. El lunes por la mañana, las redes sociales de Radiónica mostraron que hasta el 28 de febrero estarán abiertas las convocatorias para las bandas distritales que se quieran postular para el festival Rock Al Parque 2022. Varios entusiastas estábamos expectantes de tan anhelado anuncio. El Festival Estéreo Picnic y el Jamming Festival vienen este año con unos carteles que podrían llegar a ser el ‘Woodstock colombiano’. Sin embargo, ¿Dónde queda el festival que abrió el camino para que el FEP y el Jamming fueran posibles hoy en día? Un festival que es distrital, gratis y tradicional. La empresa privada hizo perfecta la gestión y organización con estos festivales; pero Bogotá no podía dejar morir uno de sus mayores orgullos.

Rock al Parque es un festival sui géneris (pocas veces ha encajado tan bien un latinajo). Los antecedentes se remontan a la década del 70: Flippers y Génesis se convirtieron en unos de los precursores del rock en Bogotá, cuyo escenario era la vida nocturna de Chapinero. Hubo tanto éxito entre las calles, que el movimiento creció al punto de vivir unos años ochenta -ayudados por la influencia del rock argentino post dictadura- en los que llegaron bandas como Compañía ilimitada, Sociedad Anónima y Pasaporte, que terminaron de propagar el rock por toda la ciudad. Para finales de los 80’s y comienzos de los 90’s, ya Bogotá contaba con una gran cantidad de bandas. Nuevos sonidos -inspirados por bandas como La Pestilencia y Darkness- ya sonaban sin destierro por la capital. Entonces, llegó el auge de varios grupos como La Derecha, Carpe Diem, Aterciopelados y las 1280 almas. La vida nocturna bogotana se bailaba por las calles alrededor del ska, el punk, el metal y el hard rock.

Bogotá ya era entonces una ciudad con la cultura de la música juvenil arraigada. La población capitalina menor de 25 años era del 48% y, además, era la casa del 40% de los estudiantes universitarios colombianos. Era sólo cuestión de tiempo para que llegara un verdadero movimiento musical juvenil.

Finalmente llegó la idea del festival: Mario Duarte -vocalista de La Derecha y actor de Nicolás Mora en Betty, dato no menor- se juntó con Julio Correal y Bertha Quintero para lograr materializar la iniciativa de hacer un festival que enalteciera lo más profundo del rock capitalino: la calle, la irreverencia, la buena música, la lluvia, los sectores populares, la juventud, los ‘pogos’ y la fiesta se juntaron durante tres días de mayo de 1995 en el estadio Olaya Herrera, el teatro de la Media Torta, la plaza de toros La Santamaría y el parque Simón Bolívar. Bandas como Aterciopelados, La Derecha, Catedra, Fobia (México) y Seguridad Social (España), iniciaron lo que sería un evento emblema nacional.

Este primer Rock al Parque marcó un verdadero movimiento social. De hecho, llegó al punto en que Antanas Mockus, alcalde en aquel tiempo, decidió crear un espacio en el Planetario Distrital para que estos nuevos ídolos dieran conferencias sobre su forma de ver el mundo. Clases dictadas por Andrea Echeverry, Fernando del Castillo, Mario Duarte y Héctor Buitrago, entre otros, lograron inspirar y mostrar a la juventud que es posible hacer y vivir de la música.

Hoy, casi treinta años después, la situación es distinta: el reggaetón y el pop se tomaron la industria musical de una forma sorprendente. Para entenderlo mejor, hace cuatro décadas las grandes agrupaciones del mundo sólo se podían ver en un cine nocturno, era casi impensado ver a uno de los top 3 del Billboard Hot 100 en Bogotá. Por esto mismo, de no haber sido por Rock al Parque, no hubiésemos podido haber visto en vivo a Charly García, Molotov, Café Tacvba, Manu Chao, La Mosca, Los Auténticos Decadentes, Fito Páez, Andrés Calamaro, Anthrax, El Tri, entre muchísimos otros, y no se hubieran abierto del todo las puertas para los grandes conciertos que trae hoy la empresa privada.

Será la vigesimoséptima edición del festival gratuito más grande de Latinoamérica. Antes de que el virus congelara todo, logramos vivir las bodas de plata del festival con un hecho sin precedentes: casi 350,000 asistentes durante los tres días pudimos ver a lo mejor del rock nacional y a bandas como Los Amigos Invisibles, La Vela Puerca, El Tri, Gustavo Santaolalla, Fito Páez, Juanes y Rubén Albarrán, entre otros. Los bogotanos, al mejor estilo del ejército bolivariano, nos tomamos el puente y vivimos tres días en los que se batió el récord de asistencia de algún festival gratuito en Latinoamérica.

Larga vida a Rock al Parque, un festival que ha sido la cantera de las grandes bandas nacionales, que se niega a desaparecer y que cada vez es más fuerte. Seguirá mostrando el verdadero valor de la juventud, la resistencia, la irreverencia y el rock and roll.  

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