La importancia de un buen dormir: Por Pablo Rosselli-Cock

Pablo Rosselli

Dormir es tan importante para la salud como tener una buena dieta y hacer ejercicio regularmente, dice Matthew Walker, en su libro “Por qué dormimos”, publicado en el año 2017. Resulta paradójico que, siendo el sueño tan importante para la salud, suele ser menospreciado y dejado como una obligación de parar en los momentos en los que no hay luz.

Dice Walker, profesor de neurociencias y psicología de la Universidad de California, que casi todas las especies, empezando por las amebas, tienen etapas en que se desconectan como mecanismo para un adecuado funcionamiento metabólico. En otras palabras, la actividad onírica es una forma obligatoria de resetearse que, en los seres humanos, mejora el proceso cognitivo y pule la creatividad y la memoria. Además, dormir durante las reglamentarias siete a ocho horas fortalece el sistema inmune, nos hace menos propensos a tener infecciones y a tener sobrepeso, señala el autor en la obra. Como si fuera poco, un sueño sano mejora la libido y, al tiempo, una buena actividad sexual hace que durmamos mejor.

Varios estudios sugieren que las personas que duermen menos de seis horas tienen cuatro veces más riesgo de sufrir infartos cardíacos comparados con las personas que duermen más. Dormir mal aumenta el riesgo de padecer cáncer, enfermedad de Alzheimer, depresión, ansiedad y suicidio, y reduce los años de vida. Otras observaciones demuestran que gran parte de los accidentes automovilísticos que terminan en tragedia son producto de micro sueños en personas que no han dormido lo suficiente. Con los años, el buen dormir se va; muchos sienten dificultad para conciliar el sueño, otros sufren de insomnio y despiertan a medianoche. Dos tercios de los adultos, dentro de los cuales me incluyo, no duermen las ocho horas recomendadas.

Algunos de los enemigos del buen sueño son las pantallas de los celulares, de los televisores y de los computadores. La señal luminosa que producen los teléfonos móviles cercanos repercute sobre la producción de melatonina, que a su vez regula el proceso de un sueño reparador.

Es el momento de enamorarse del sueño y no hay mejor almohada que una conciencia tranquila. Antes de consumir medicinas para mejorar las horas o la calidad del sueño pueden seguirse algunas sencillas recomendaciones: reducir el consumo de cafeína en las horas de la tarde; evitar acostarse justo después de comer; hacer ejercicio físico regularmente, preferiblemente en las horas de la mañana; dormir en una habitación oscura y lejos de las pantallas. Libar antes de dormir, en contra de los que muchos creen, no ayuda al sueño reparador. Tampoco consumir líquidos abundantes antes de acostarse, pues la vejiga llena es un despertador implacable a medianoche.

Así pues, si le cuesta trabajo caer en los brazos de Morfeo recuerde que mejorar la cantidad y la calidad del sueño hace que se sienta bien y se vea bien. Que no le pase como a don Alonso Quijano quien “del mucho leer y del poco dormir se le secó el cerebro”.

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