El aborto y otros temas: Por Rafael Torres

Rafael Torres Camargo

El activismo judicial es una expresión que surgió en Estados Unidos a mediados del siglo pasado . En Estados Unidos,  fue  la vía judicial la que llevó a varios cambios sociales y políticos en este país. La desagregación en los Colegios Americanos comenzó después de la decisión de la corte suprema en el caso Brown vs education of topeka. Fue la corte suprema de este país la cual mediante sentencias avanzó gran parte del movimiento de los derechos civiles de Martin Luther King y logró grandes avances en términos de igualdad para las comunidades afrodescendientes.

Después de que gran parte del movimiento de los derechos civiles se avanzó por vía judicial , el sector político más progresista de EEUU en ese momento vio en los jueces una forma efectiva de avanzar algunas  causas que no podía avanzar por vía legislativa. Para lograr que una ley avance por el congreso se necesita que se tengan las mayorías correspondientes lo cual implica tener un gran apoyo político tanto de los congresistas como de la población en general. Por otro lado, la vía judicial es más rápida ya que solo necesita una sentencia a favor que siente un precedente para poder avanzar alguna causa política. En los últimos años, grandes avances sociales y culturales a nivel mundial se han hecho mediante la vía judicial. Aunque se han hecho cosas importantes en términos de derechos e igualdad es casi imposible argumentar que no se desnaturaliza el rol del juez en medio de tanto activismo.

El rol de un juez constitucional debe ser justamente velar por el cumplimiento de esta y no avanzar las causas políticas y culturales del momento. En el momento en que los fallos de los jueces se vuelven una herramienta política , los jueces empiezan a tener un poder exagerado y desdibujar su papel en la sociedad. El hecho de muchos ayer pusieron el hashtag #Wesley demuestra cómo la Corte entró a legislar cuando su función en nuestro sistema no debe ser legislar los temas que esta considere pertinentes.  La Corte habla mucho de igualdad y diversidad pero ayer un grupo de cuatro magistrados y un conjuez legislaron un tema frente al que más de medio país no está de acuerdo. La decisión de estos magistrados refleja las opiniones de las facultades de derecho más prestigiosas del país. Después de diez semestres de derecho, estoy seguro que pocas cosas están más alejadas del pensamiento de la gran mayoría de Colombianos que aquellos debates que se tienen en las facultades de derecho. 

Por más de que uno este a favor o en contra del aborto es realmente peligroso el hecho de que los magistardos del país utilicen su poder para legislar lo que se debería legislar por órganos de elección popular como el congreso. El hecho de ser magistrados de la corte no les da facultad de decidir frente a cualquier tema social o cultural que consideren pertinente.  Por más de que muchos consideren que este es un país retrógrado, vivir en un país diverso y democrático  como pretendemos ser  quiere decir que la gente tiene derecho a ser representada por más de que sus perspectivas generan indignación en los edificios de los Andes y en los pasillos de la Javeriana.

No estoy en contra del aborto pero tampoco estoy a favor de tener una corte constitucional cuya labor sea avanzar causas sociales. En mi opinión, las causas políticas y sociales siempre se tienen que gestionar por vía legislativa porque deben reflejar el contexto social y político de un país y ante todo deben ser fruto de la decisión de la mayoría de los Colombianos. Creo que el aborto se debió haber legalizado solo en el caso en que hubiera habido un apoyo político correspondiente. Por más de que uno esté de acuerdo con ella, es difícil negar que la decisión de la corte refleja cómo el activismo judicial puede llegar a ser un instrumento para forzar cambios en la sociedad aunque esta no quiera .

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