Los Fachos son otros. Por: Jorge Luis Díaz
Pareciera que en Colombia nos encontráramos frente al nacimiento de un neo-fascismo criollo, personificado en Petro y su politburó que hoy pregonan un discurso sectario y maniqueo contra todo el que sea o piense diferente. No es una novedad, porque desde campaña ya lo habían venido haciendo contra el uribismo, cuando marcaban las calles con mensajes de eliminación, tal cual como los nazis lo hacían a los judíos justo antes del holocausto. Una práctica ya conocida de viejos tiranos de la historia.
Los Petristas y su líder llevan ya bastante tiempo tildando de fachos a quienes no se quisieran sumar a su proyecto o tuvieran diferencias con el mismo, una actitud muy fascista de su parte. Parecieran sentirse más cómodos aceptando los apoyos de los corruptos que las críticas de sus opositores. El discurso del “amigo y el enemigo del pueblo” con el que ganaron parece que ha sobrepasado sus límites y ahora incluye a medios de comunicación, presidentes gremiales, encuestadoras, líderes de centro izquierda e incluso, miembros destacados del propio gobierno.
En este escenario es ineludible recordar como los jacobinos -extremistas de izquierda durante la revolución francesa-, después de haber eliminado a todos los que estuvieran relacionados con el conservadurismo, comenzaron a eliminar a sus compañeros de lucha menos radicales: los Girondinos. También, se pueden recordar los finales que tuvieron León Trotsky y Nikolái Bujarin por no compartir el absolutismo de las ideas de Stalin. ¿Qué nos espera a quienes pensamos diferente en el gobierno de Petro? ¿Qué les pasará a los que eventualmente deserten de sus ideas? ¿Qué pasara con los medios que lo cuestionen? ¿Serán acaso censurados? ¿Qué pasará con los empresarios que no lo apoyen? Las respuestas parecen saltar a la vista en no más de cinco meses de gobierno.
Los presidentes gremiales que se han atrevido a cuestionar las reformas del presidente han recibido advertencias sobre la permanencia en sus puestos. Los medios que lo han criticado han sido tildados como la prensa tradicional o del establecimiento. Se le olvida al presidente que su coalición de gobierno está compuesta en su mayoría por políticos y partidos tradicionales. El componente técnico de las entidades ha sido perseguido por haber estado en el gobierno anterior o no comulgar en la totalidad con las ideas de “el cambio”. Las encuestadoras que ponen en entredicho sus afirmaciones contra el sistema de salud actual son acusadas de fraude. Los mandatarios locales que no desarrollan las obras públicas a su antojo son amenazados con quitarles los recursos de la nación. Los líderes de centro izquierda que manifiestan diferencias son matoneados, perseguidos, insultados y amenazados por el Petrismo.
Un movimiento cuyo líder, muy al estilo de Bennito Mussolini, amenaza desde Twitter a los demás poderes del Estado. De no poder llevar a cabo sus proyectos por las vías institucionales los hará realidad convocando el “apoyo popular”, lo que se podría traducir en la instrumentalización del miedo y las vías de hecho. El Petrismo pareciera ser entonces ahora la descripción perfecta de un neo-fascismo criollo, donde todo contradictor del proyecto político es enemigo del pueblo, de los pobres, de los “nadies”, de los trabajadores, de los viejos y las viejas, y merece ser …?
